Estaba hilvanando, coordinando pensamientos, me llama el celular. Alegre escucho desde la novia del Atlántico, bajo la sombra de Isabel de Torre, al buen amigo Jorge Medina: Don Néstor, su artículo está muy bueno. Jorge gracias, no soy yo, son las circunstancias de una sociedad degradada, abusada, robada. Como siempre fue una plática radiante de sentimientos afectivos. Jorge en su pesca deportiva no lamenta que el pez más grande saltó y se safó del anzuelo.
La alegría de la conversación invita al dilecto amigo a un paseo por la galería infamante de rostros que el defensor legítimo de la sociedad ha comenzado con una rara mirada de soslayo selectiva invitando a su despacho a dos risueños millonarios. Jorge te dedico esta lección que los dominicanos no deben olvidar, para que no se repita. Esos cuatro fueron banqueros que saquearon bóvedas. Están por unos años en el lugar donde uno se encuentra a disgusto y contra su voluntad. El cómodo establecimiento de Najayo. ¡Oh Patria mira los dos recién invitados a la procuraduría, son legisladores! La Cámara de Cuentas, aunque califica de “irregularidades”, los números no mienten, aunque el juez sea ciego obediente y los protegidos por la diosa impunidad le muestren la lengua cubierta del metal dorado al Código. Están bendecidos por el acuerdo tácito de los que juraron cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes. Esos dos son miembros prominentes de las corporaciones económicas, políticas, antisociales, sanguijuelas del erario.
La Roma de los doce césares, su historia de corrupción es bien parecida a la dominicana actual. Este gran imperio sucumbió cuando gobernaron hombres corrompidos y no las leyes. Marco Craso es el insigne corruptor y corrupto. Los jueces lo visitaban antes de ir a dictar sentencias.
Craso tenía su propio ejército, fue derrotado en un combate contra los partos, hoy los iraníes. El rey Orodes ordenó que le presentaran la cabeza de Craso y le echó oro derretido en la boca, como un gesto altivo contra la avaricia.
¿El licenciado Francisco Domínguez Brito, procurador general de la República tiene a dos Marco Craso dominicanos en su mira selectiva del Código Procesal Penal? ¿Qué se decidirá? Pregunta el ciudadano que ignora a Montesquieu en su lamentada sentencia poder frena poder.
A los políticos corruptores y corruptos no le aplican la expresión del jurista Ulpiano: “tratar igual a los iguales”. La justicia. Pero, se roban del erario la salud, educación, aumentan el hambre, abren fosas en los cementerios de los abusados y al final a ellos lo identifican en la losa con la inscripción: El gran millonario del cementerio.
Nuestros invitados de hoy: Benedicto XVI: frente al mal no hay que callar.
Yen Kieu: si los poderosos abandonasen la codicia, tened la seguridad de que el pueblo no robaría porque las riquezas existentes se habrían repartido de una forma justa.
La virtud de los príncipes es como el viento, mientras que el pueblo es la hierba. Esta siempre se inclina en la dirección que sopla el viento.
