“La única manera noble de hacer una película es pensar que el espectador es igual de inteligente que uno”, así se expresa José Luís Guerín, cineasta de origen español, que visita nuestra país invitado por el Centro Cultural de España para impartir un taller sobre cine y proyectar dos de sus películas “Construcción” y “En la Ciudad de Sylvia”.
Con espontaneidad y franqueza dice que cuando habla de cine se piensa más como espectador o lector de películas, que como cineasta. El llamado séptimo arte le cautivó en la niñez y son esas imágenes que han marcado su forma de comunicarse, incluso afirma que al recurrir cada cierto tiempo a ellas se podría decir que le han visto envejecer.
El ganador del premio Goya al mejor documental en el 2001 advierte que todo en el cine esta por inventar, esto sin dudas, refleja una personalidad inquieta que de seguro nos continuará mostrando a través de la pantalla su forma de comprender el mundo.
-¿Cuál fue el momento de su vida en que decidió hacer cine?
“Fue cuando vi mi primera película a los 4 años. Era Blancanieves y los 7 enanitos. Viví con gran emoción esa primera sección y sentí que quería formar parte del otro lado de la pantalla. Era una frustración enorme regresar con los otros espectadores, a mi casa, a mi vida cotidiana. Yo, para ese entonces, no sabía que existía la figura del cineasta, así que durante unos meses decía que quería ser enanito, quería vivir al otro lado de la pantalla. A medida que fui teniendo uso de razón fui viendo en qué consistía la mecánica, pero fue algo visceral e inmediato que arrancó con la primera película que vi”.
-¿Quién o quienes han sido su influencia en el cine?
“Las propias películas. Eso es interesante porque creo que en cine nadie te impone. Tus maestros los has de ir encontrando poco a poco. Cuando era joven en Barcelona, donde vivía, no había ninguna escuela de cine, ni libros de este tipo, vivíamos aun en la dictadura de Franco y era un camino muy solitario. Es curioso, no había escuelas de cine, pero si muchas salas de cine y yo las frecuentaba”.
-Está en República Dominicana presentando dos de sus películas, Construcción que es un documental y En la Ciudad de Sylvia, ficción, pasando del documental a la ficción. ¿Por qué genero se siente usted más atraído?
“Bueno, necesito a los dos, paso del uno al otro. En mis películas documentales aplico conocimientos de estructura, de montaje que proceden del cine de ficción y en las de ficción me gusta usar cosas que he aprendido del documental. Y entonces hay como una especie de hibridación. En el cine clásico documental y ficción eran compartimentos aislados, creo que uno de los fenómenos más interesantes del cine reciente es como se encuentran estas dos modalidades. De tal modo que en mis películas de ficción se utilizan a veces maneras de crear situaciones con los actores que son muy próximas al documental y en el documental hay a veces trabajos sobre la estructura, los silencios que delatan mucho el gusto por el cine de ficción”.
-¿Podemos decir entonces que el cine contemporáneo mezcla géneros, estilos o técnicas?
“Sin duda. Un rasgo es este mestizaje de géneros o esas identidades nuevas de cruces de géneros. En el caso del documental, es todavía un terreno por explorar, por investigar, donde caben otras formas de narrar, otros modos de especular con los tiempos, los espacios, los puntos de vista. Es un espacio del cine, no me atrevería a decir un género, de futuro, donde está todo por investigar, donde están apareciendo formas nuevas…”.
-Dicen que ya todo está hecho…
“Completamente al revés, en cine está todo por hacer, a mí también me decían eso de joven, y siempre he estado persuadido de que todo está por inventar. Lo que sí creo es que hay que tener respeto por quienes nos han precedido, debemos conocer bien la historia, no creo que la actualidad sea un momento para ir haciendo rupturas alegremente, las cosas nuevas surgen de una buena asimilación del pasado”.
-Desde su punto de vista, ¿qué es necesario para una buena película?
“Una buena película para mi es cuestión de implicación y de sinceridad. No es cuestión de trucos y de tener actores muy buenos, esas cosas pueden ayudar, pero lo que yo aprecio hablándote como espectador no como cineasta, es la sinceridad y libertad del director. Sobretodo que no me trate como un idiota. Me gusta ser tratado como una persona inteligente”.
-¿Ha visto alguna película dominicana?
“Una”.
-¿Cuál?
“Jean Gentil, de Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán, a mí me gustó. ¿Tú la has visto?”.
-No, no la he visto.
“Yo te recomiendo esa, pero tengo la impresión de que el cine dominicano está por hacer aún y eso es muy estimulante. Es una cinematografía que hemos de inventar todavía y lo más importante es que no se mire en el espejo del cine norteamericano, que tenga una mirada libre y propia”.
-¿Qué consejo o mensaje daría a la juventud que hace cine en RD?
“Que una imagen es una cosa muy importante, que tienen que ser esenciales, que tienen que ser libres, muy consecuentes con su libertad. Que sean sinceros con ellos mismos, eso es lo que intento promover. Y si es posible que lleguen al fondo de las cosas. Es bueno el conocimiento de la historia del cine, me parece arrogante no interesarse por quienes antes que tú han tratado temas parecidos con las mismas herramientas; es lo lógico, un escritor antes de empezar a escribir ha leído, creo que una buena forma de aprendizaje del cine, quizás la mejor, es ser buen espectador”.
Hacia Dentro
-¿Una película?
“Ordet” de Carl Theodor Dreyer. Es una película danesa. Es la película más bella de la historia del cine”.
-¿Una ciudad en la que le gustaría filmar?
“Todas. En cualquier ciudad hay películas fascinantes que me gustaría hacer”.
