Siempre he rechazado la mentira y la detesto por encima de todas las cosas. No me gustan las personas que mienten, ni siquiera cuando se trata de una buena causa.
No soporto a quiénes mienten y menos cuando la realidad es tan palpable que desmonta cualquier posibilidad de éxito de la violación de tal mandamiento. Es que la mentira me da alergia, y lamento que tanta gente lo hace con el fin de lograr algún beneficio. Es tal el uso dado que, se ha convertido en costumbre en la vida de muchos.
«Miente, miente, que algo queda», ha concitado una alta cantidad de discípulos en una sociedad que mentir está a la orden del día, no importa de lo que se trate, hay que mentir para lograr el interés buscado y esperado.
Se trata de imponer “su justificación” por encima de la verdad, por lo que la cruel mentira encuentra asidero, sea éste, político, económico, social, amoroso ó de lo que fuere, es encontrar la forma de que la misma tenga pretensiones de convertirse en verdad.
En los últimos días los dominicanos hemos sido sorprendidos por personas que han querido hacer valer sus mentiras, mostrándolas al mundo como verdad, de manera tal que, las promocionan con tal credibilidad como el nombre mismo de Dios, con el fin de conseguir ser oídos en el más allá y recibir el objetivo que persiguen. Cuanto estupor.
No se concibe que unos cuantos jóvenes de origen haitiano dijeran mentiras ante los jueces de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) en la reciente comparecencia donde la República Dominicana ha sido acusada nuevamente de violación de sus supuestos derechos.
Decir que en la República Dominicana se les niega el acceso a los hospitales, por Dios, esa mentira debe dolerles a ellos mismos, ya que cualquier día del año y en cualquier centro de salud del país las miles y miles de parturientas haitianas reciben atenciones gratuitas , sin importar la condición de legalidad o ilegalidad en nuestro territorio.
Decir que a las niñas se les impide recibir educación hasta tanto no se les alise sus cabellos, porque no son aceptadas por los profesores con el pelo natural que poseen, Dios, óyelos, y ten misericordia.
Decir que en la República Dominicana se le niega el derecho a su ciudadanía, por favor, es un absurdo, expresar esas mentiras en ánimo de chantajear a las autoridades dominicanas y conseguir el favor para su causa de los jueces de la CIDH, no funciona, esa mentira encuentra un muro de la verdad.
Aunque la Junta Central Electoral estudia el caso de esos jóvenes en sus plegarias de querer ser dominicanos, y aunque resulten beneficioso de obtener sus anhelados “derechos”, no dejarán de mentir y, no dejarán de acusar al país en todos los organismos internacionales que consideren, su intención es dañar, mentir, calumniar, difamar, ese es el norte, para que otros, de iguales orígenes obtengan sus mismos beneficio. Y es ahí donde hay que tener cuidado.
Es mentir de lo que se trata, de manera constante, aunque en el fondo esos jóvenes estén conscientes de que la realidad es otra, no importa, hay que hacerlo “a ver que algo quede”, como pensara Voltaire.
La República Dominicana tiene una Carta Magna que aclara quiénes son dominicanos, y a quiénes les pertenece la ciudadanía. Por lo que entiendo que son éstos jóvenes quienes violan nuestra Constitución. Ningún dominicano puede ir a Estados Unidos o a cualquier nación a procurar ser ciudadanos sino llena una serie de requisitos que les permita disfrutar de tal privilegio.
Otro acontecimiento sobre mentira al que asistimos todos los dominicanos y dominicanas, y hecho más reciente, es el de la empresa Barrick Gold.
El Gobierno y las autoridades de nuestro país deben procurar información sobre la mentira utilizada por esta minera al señalar, en la documentación que posee la Dirección General de Aduanas, que los embarques de nuestro oro, extraídos de Pueblo Viejo, Cotuí, proceden de los Estados Unidos.
Por Dios, es que la mentira no debe imponerse en ningún momento. ¿Cuál es la necesidad de decir que el origen del oro que extraen de nuestras entrañas tiene su origen en la gran nación del norte?. Esta es una tarea que más que llenarla debe mover a preocupación nacional.
La Barrick se lleva nuestro oro y habla mentiras de que no es de aquí, sino de origen en los Estados Unidos con destino a Cánada.
Perdón, pero tanto asco es insoportable.