El Cairo.- El expresidente egipcio Hosni Mubarak comparece ante los tribunales, dos años después de ser condenado a cadena perpetua por la muerte de más de 800 adversarios durante las protestas que forzaron su renuncia.
Las acusaciones contra el exmandatario perdieron fuerza después que el año pasado seis altos funcionarios del Ministerio del Interior fueron absueltos de las mismas acusaciones, un fallo que lo beneficia a él, al igual que el extitular de esa dependencia, Habib Adly.
En la práctica, la sentencia absolutoria debió dar paso a la excarcelación del expresidente, de casi 85 años, internado en un hospital militar debido a una caída en el baño de su celda semanas atrás tras, por la cual se fracturó varias costillas y sufrió una concusión craneal.
Sin embargo, nuevas acusaciones de complicidad en los abusos contra manifestantes y de corrupción administrativa permitieron mantenerlo detenido.
En los dos años transcurridos desde su renuncia y encarcelamiento sentencia el Gobierno del presidente Mohamed Morsi alcanzó acuerdos de conciliación con varias figuras del régimen anterior, las cuales devuelven fondos malversados a cambio de la suspensión de las acusaciones.
La familia Mubarak, incluida su esposa Suzanne y sus hijos Gamal y Alaa, los dos últimos en prisión, están acusados de haberse apropiado de grandes sumas destinadas por el Tesoro Público a la reparación del Palacio Presidencial de Ittihadia, que se suman a otras de apropiación de bienes públicos y especulación bursátil.
Una excarcelación de Mubarak parece más que improbable en el clima de turbulencia social que impera en Egipto, en especial porque la inmensa mayoría de las fuerzas políticas, desde islamistas radicales hasta laicas, están opuestas a verlo libre, dentro, o fuera del país.
