En nuestro país abundan los tabues y criterios en ocasiones con caracter de sacramentos, talvez porque las dictaduras que nos han gobernado nos impusieron ciertas limitaciones para no ver el caracter dialectico y cambiante del mundo natural el politico-social.
Hace algun tiempo la hija de Rafael L. Trujillo publicó o le prepararon un libro, en el cual trataba de resaltar los logros de su bien ajusticiado padre, para aquella ocasión surgieron voces que llamaban a rechazar tal publicación, para entonces publiqué algunos parrafos titulados, “Los libros no muerden, la ignorancia sí”. Me encontré con alguien que me dijo no entender cierta referencia hecha en el mismo, pues para entonces señalaba que no debemos temerle al hecho de que los seguidores de Trujillo levanten sus consignas, pues en definitiva no seríamos coherentes con el supuesto derecho a la libre expresión y difusión de las ideas.
Ahora ocurre que un artista en estado emotivo, lanza un ¡Viva Trujillo! y se desata nuevamente una oposición a la difusión de las supuestas ideas trujillistas, todo bajo el alegato de que lay anti-trujillista prohibe tales cosas. No ha importado que este artista aclare que su consigna emotiva estuvo incompleta y que la misma la usa en sus actividades de forma completa diciendo, ¡Viva Trujillo, para volverlo a matar! También he oído que la misma se expresa en la forma de ¡Viva Trujillo, ese hijo de su…!
Estamos conscientes de que cualquier promoción del tirano y carnicero que gobernó al pais durante tres decadas, resulta algo desagradable, pero creo debemos cuidarnos de la hipersensibilidad, pues sin querer podemos caer en contradicciones y apreciaciones anti-historicas, especialmente si no entendemos que el fenomeno Trujillo no ha estado ausente de la cultura, la historia y muy especialmente de dirección politica de la sociedad dominicana. Basta observar como se manejan las instituciones públicas, las fundaciones, iglesias, partidos politicos, universidades y cualquier otra entidad y tenemos a Trujillo resucitado, en ocasiones pienso que hay bastante hipocrecia, pues algunos que aparecen supuestamente como contrarios a la promoción del trujillismo, en sus actuaciones son una continuación de la intolerancia del tirano.
Soy de opinión que debemos hacer una revisión bien a fondo sobre las formas de rechazar el pasado nefasto, debido a que en ocasiones se confunde la actitud muy correcta de oponernos a cualquier reminsicencia del pasado tortuosa, con el hecho de que los acontecimientos y desgracias historicas están ahí y no podemos obviarlas, en tanto son parte de nuestras realidades.
