Nuevamente se repite una trifulca en la Asamblea Nacional de Venezuela, después de las elecciones del 14 de abril, donde siete diputados de la oposición fueron heridos, al igual que cuatro del oficialismo. Este conflicto se originó debido a que el presidente del Parlamento, Diosdado Cabello, dice que negará el derecho de palabra a la oposición, hasta que esta acepte a Nicolás Maduro como mandatario.
Ahora la voz de los diputados de la oposición en el hemiciclo son: pancartas, pitos y cornetas en señal de protesta, y como mecanismo de expresión, ya que no se les permite pronunciarse. Y si estos quebrantamientos suceden con los legisladores, que se puede esperar que esté pasando con el ciudadano común.
Esta noticia ha sido portada de todos los medios, ahora falta que jueguen el papel que les corresponde, y dejen de jugar un papel pasivo; y ni hablar de los organismos internacionales que deben velar porque se respeten los derechos.
Y mi pregunta es, qué está haciendo la OEA, la ONU y los Derechos Humanos; se entiende hay que respetar la soberanía de los países, pero sería bueno que estos organismos se ahorren la burocracia, porque los que creemos en la democracia estamos observado sus posiciones. Hasta ahora los pronunciamientos han sido moderados y se necesita que sean contundentes. Y si no cumplen el rol que les corresponde, no tiene sentido su razón de ser y es preciso mejor que sean disueltos, porque el mundo espera respuestas.
En Venezuela la concentración de los poderes está entre las mayores violaciones. El Gobierno controla el sistema judicial, el electoral y el legislativo. Hay falta de transparencia, no hay estado de derecho, no hay respeto por la dignidad de las personas.
Los venezolanos deben seguir luchando por un sistema democrático, no perder la esperanza, y como dice el llamado genio de las libertades Gene Sharp: “Mientras no te rindas, no estás derrotado”.
