Washington.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dio pie atrás el sábado de realizar un ataque inminente contra Siria para buscar la aprobación del Congreso estadounidense en una apuesta que pondrá a prueba su capacidad de proyectar la fuerza estadounidense en el exterior y su propio poder en casa.
Antes de que Obama pusiera un freno, el camino ya había sido allanado para una acción de Estados Unidos. Barcos de la Armada estaban posicionados y esperando órdenes para lanzar misiles e inspectores de la ONU se habían marchado de Siria tras recoger evidencias de un ataque con armas químicas que funcionarios estadounidenses dicen que mató a 1.429 personas.
Pero el mandatario demócrata decidió buscar la aprobación de los legisladores antes de atacar, dado que sondeos muestran una fuerte oposición de los estadounidenses ya cansados por las guerras de Irak y Afganistán. Una eventual aprobación del Congreso tomará al menos 10 días, si es que tiene lugar.
«Hoy estoy pidiendo al Congreso que envíe un mensaje al mundo de que estamos listos para movernos como una nación», sostuvo Obama desde la Casa Blanca.
El mandatario, cuya credibilidad ha sido cuestionada por no castigar al Gobierno del presidente Bashar al-Assad por ataques previos con gas venenoso, advirtió a los legisladores que deben considerar el costo de no hacer nada en Siria.
«Aquí está mi pregunta para todos los miembros del Congreso y para todos los miembros de la comunidad global: ¿Qué mensaje enviaremos si un dictador puede gasear a cientos de niños hasta la muerte a plena vista y sin pagar un precio?», manifestó.
«En consultas con el presidente, esperamos que la Cámara considere una medida durante la semana del 9 de septiembre. Eso da al presidente el tiempo para argumentar su caso ante el Congreso y ante el pueblo estadounidense», dijo el presidente de la Cámara de Representantes y jefe republicano, John Boehner.
El primer ministro británico, David Cameron -quien no pudo persuadir al Parlamento de Gran Bretaña de apoyar una acción esta semana-, recibió con beneplácito la decisión de Obama, al igual que el Gobierno del presidente de Francia, François Hollande, con quien Obama habló telefónicamente el sábado.
En áreas en manos de los rebeldes en Siria había un sentimiento de frustración y decepción.
Un reportero de Reuters visitó a un grupo de combatientes y activistas en una casa en Aleppo. Ellos no vieron el discurso de Obama y al ser informados de la decisión del mandatario estadounidense, concordaron en que significa que no habrá ataque por parte de Estados Unidos.
«Esta es la misma vieja vacilación con la que Estados Unidos nos ha torturado desde el comienzo de la revolución», afirmó uno de ellos.
Altos funcionarios del Gobierno que hablaron con la prensa tras la alocución de Obama dijeron que creen que el Congreso votará a favor de un ataque militar estadounidense debido a la amenaza que representan las armas químicas para el aliado de Estados Unidos, Israel, y otros amigos en la región.
