Indonesia es una nación asiática en desarrollo que sufre el azote de la prostitución infantil y el contrabando de menores de edad, un mal social que arrebata cada año del seno familiar a unos 100 mil infantes.
En un reciente informe sobre el Estado Mundial de la Niñez, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) especificó que un gran por ciento ingresa en la industria sexual.
La explotación sexual de menores está en ascenso -aclaró el organismo defensor de los niños- y un tercio de los trabajadores sexuales indonesios tienen menos de 18 años.
Entre las causas de la trata de menores de edad se incluyen la pobreza, la falta de oportunidades económicas de los jóvenes, la baja condición social de las niñas, la demanda elevada de sexo comercial, la débil aplicación de la ley, la discriminación y los conflictos armados, insistió.
De los 240 millones de habitantes de Indonesia, especificó el documento, unos 100 millones viven en la pobreza.
Encuestas sobre trata de personas y explotación sexual, realizadas en naciones de Asia Oriental como Indonesia, muestran que el negocio es lucrativo, está bien organizado y se vincula a la actividad criminal y la corrupción, en tanto tiene carácter transnacional y clandestino.
Con el propósito de intentar apoyar al gobierno indonesio en la lucha contra esos males, Unicef trabaja de manera mancomunada con entidades oficiales y organizaciones locales defensoras de los derechos de los niños, como es el caso del grupo Kakak.
El objetivo de Unicef y Kakak es combatir la explotación sexual y el contrabando infantil mediante la promoción del acceso a la enseñanza y la presión en favor de leyes que exijan la permanencia en escuelas de los niños hasta los 16 años.
Además, en colaboración con la industria turística, Unicef y Kakak brindan formación profesional a niños que han abandonado el sistema escolar, viven en la calle y están en riesgo de ser víctimas de explotación.
La recuperación y la reintegración es también esencial para ayudar a esos pequeños, insistieron las agrupaciones.
Según el Fondo, para los menores resulta un enorme desafío reingresar en la sociedad luego de meses o años fuera de sus hogares intentando subsistir en condiciones degradantes y a veces con peligro para sus vida.
Unicef, Kakak y sus aliados apoyan el adiestramiento de agentes de la policía, profesionales de la salud, asistentes sociales y maestros para abordar las necesidades de las víctimas del tráfico de personas, en tanto están enfrascados en la creación de un sistema de referencia integral para los perjudicados por el tráfico humano.
Un hecho relevante y de referencia para Kakak es el caso de las hermanas indonesias Wide y Niya, quienes fueron raptadas, violentadas y obligadas a ejercer la prostitución.
Ellas actualmente ensayan una obra de teatro (idea de Kakak) en el cuarto trasero de una casa de Surakarta, ciudad de medio millón de habitantes localizada en Java Central, Indonesia.
La obra llamada Eka, está basada en la vida de una niña secuestrada y vendida en el mercado sexual, es nuestra vida real, explicó Wide, de 21 años.
Eka, personaje principal del guión interpretado por Wide, fue robada por un proxeneta de su aldea y vendida como esclava sexual a uno de sus clientes.
El teatro ayuda a crear un sentimiento de confianza y es un modo eficaz de hacer campaña contra la explotación sexual de los niños, declaró a la prensa Emmy Smith, fundadora de Kakak, que en indonesio significa hermana mayor.
Para sobreponerse a la horrible vida que tienen que llevar esos infantes, el 90 por ciento de los pequeños involucrados en la prostitución se convierte en drogadictos, indicó Smith.
El estigma, la poca educación, las escasas oportunidades de empleo y la falta de servicios de reintegración son otras razones por las cuales es difícil lograr que escapen de tal su situación, y tomaron tres años para rescatar a Wide y Niya, recordó.
Niya tenía 15 años cuando su novio se la llevó de la casa con falsas promesas de un trabajo lucrativo y la oportunidad de continuar sus estudios, enfatizó Smith.
Luego de viajar hasta un lugar desconocido, rememoró la activista, Niya fue violada por un indonesio de mediana edad que la golpeó hasta dejarla inconsciente porque ella se rehusó a la propuesta, y después fue vendida a un prostíbulo, la historia de Wide es parecida.
Perturbadas y avergonzadas, las hermanas se sumaron a los millones de niñas atrapadas en el mercado sexual, un negocio mundial que genera miles de millones de dólares.
Mi proxeneta dejó de darme dinero y solo me suministraba drogas, explicó Wide, me puse cada vez peor, vivía de un cuarto de hotel a otro, y trabajaba dondequiera que un cliente me solicitaba en Surakarta, Yogyakarta o en Yakarta.
Cuando Kakak (organización no gubernamental que brinda refugio a unas 150 víctimas de explotación sexual) intentó rescatarnos, nos escondíamos por temor a la reacción del proxeneta, afirmó Wide, quien se enfermó y creía que tenía el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida-Sida.
Finalmente resultó que Wide no tenía Sida, y con la ayuda de su madre y Kakak, ambas hermanas lograron abandonar la industria sexual.
Wide regresó a la escuela y estudia para convertirse en consejera de las víctimas de la explotación sexual infantil, mientras que Niya quiere crear su propia organización juvenil.
La obra de teatro Eka ha recabado el esfuerzo de muchos sectores y ha sido representada ante políticos, gobiernos y autoridades locales, así como en festivales de arte en Surakarta y Yogyakarta.
Durante una puesta en escena en Surakarta, miembros de Kakak expusieron que desafortunadamente finales felices como los de las protagonistas de Eka son raros en Indonesia, y la realidad impone reforzar la lucha para desterrar la trata infantil de las sociedades en desarrollo.
