En medio de las dudas del público sobre su liderazgo en materia económica, el presidente Barack Obama ha decidido concentrarse en la brecha de ingresos entre ricos y pobres en momentos que presiona a favor de medidas legislativas a corto plazo y comienza a fijar la agenda nacional para el resto de su presidencia.
El presidente planea pronunciar el miércoles un discurso para presentar su caso de que la desigualdad en los ingresos y el estancamiento de los salarios amenazan la movilidad social y la seguridad del retiro. El mandatario pronuncia el discurso en medio de una atención cada vez mayor, en Estados Unidos y el resto del mundo, sobre las disparidades económicas, desde los escritos del papa Francisco hasta las protestas de los empleados del sector de comida rápida de Estados Unidos.
No se espera que Obama proponga ninguna nueva iniciativa, pero la Casa Blanca dice que reiterará su exhortación a un aumento del salario mínimo y promueva los posibles beneficios económicos de la abrumada nueva ley de servicios médicos. También se espera que Obama pida al Congreso que llegue a un acuerdo sobre los gastos del 2014, apruebe un proyecto de ley de agricultura con suficiente dinero para los cupones de alimentos y prorrogue los beneficios por desempleo a largo plazo antes de fines del año.
Las encuestas muestran que la economía es todavía la mayor preocupación para los estadounidenses, a pesar del reciente foco en los problemas de la nueva ley de servicios médicos. Aunque algunos indicadores económicos muestran tendencias positivas, el desempleo se mantiene elevado en 7,3%.
Lo que es más, el discurso se pronuncia en momentos que los índices de aprobación de la labor del presidente son bajos. Una encuesta reciente de CBS News muestra que 60% de los adultos desaprueba su manejo de la economía, la cifra más elevada en casi dos años.
Se espera que Obama fije el tono para su discurso del Estado de la Unión a principios del próximo año al destacar prioridades que ya ha tocado anteriormente, como atraer negocios del extranjero, simplificar el código tributario, aumentar el gasto en la infraestructura, mejorar la educación para poder competir en el campo de la alta tecnología y facilitar el acceso a la educación universitaria.
Esas ideas son temas recurrentes en la agenda económica de Obama, pero en su mayoría no se han materializado.
El presidente ha intentado incluir algunas de esas prioridades en negociaciones con los republicanos en busca de una solución integral al presupuesto con el fin de reducir el déficit a largo plazo, aumentar los ingresos del gobierno y aumentar el gasto para impulsar la economía. Pero esos esfuerzos han fracasado y las negociaciones de presupuesto en curso entre demócratas y republicanos son mucho menos ambiciosas.
«La economía es clave para la mayoría de los norteamericanos y es el foco de esta presidencia», dijo el martes Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca, y señaló que Obama heredó la peor recesión desde la Gran Depresión de 2009. «Hemos visto un crecimiento económico sostenido y creación de empleo durante mucho tiempo. Pero no ha sido suficiente».
Se espera que Obama presione al Congreso para llegar a un acuerdo que al menos suavice el golpe de las reducciones de gasto automáticas que deben entrar en vigor después del 15 de enero. También se espera que pida la renovación de los beneficios por desempleo a largo plazo para 1.3 millones de personas, que expira el 28 de diciembre. Las semanas adicionales de beneficios se han extendido todos los años desde 2009, pero el representante Tom Cole, republicano por Oklahoma, dijo el martes que su partido se opone a otra extensión.
La desigualdad económica ha atraído nueva atención en muchos frentes. El papa Francisco, en un documento de amplio alcance dado a conocer el mes pasado, denunció el sistema financiero mundial y criticó específicamente las teorías de que los beneficios económicos a las empresas y personas de alto patrimonio a final de cuentas también benefician a los de menos ingresos, calificándolas de ingenuas. Mientras tanto, empleados del sector de comidas rápidas en una 100 ciudades planean no trabajar el jueves, dicen los organizadores, parte de una campaña para destacar las dificultades de vivir con el sueldo federal mínimo de 7,25 dólares la hora.
Aunque Estados Unidos sigue recuperándose a un ritmo modesto de la recesión, el desempleo y los salarios indican que ese crecimiento no llega a todos los núcleos familiares.
