El Año del Bicentenario del Nacimiento del Patricio Juan Pablo Duarte fue estratégicamente ensombrecido. Los actos para celebrar tan gloriosa efeméride no tuvieron la vistosidad esperada por el pueblo dominicano: una conjura preparada por las autoridades haitianas, su gente ilegal en la República Dominicana y malos hijos de esta patria se unieron en una cruel comparsa para deslucir, desde antes de que iniciara este 2013, la celebración para enaltecer al más insigne y puro de los nacidos de las entrañas de esta tierra.
Y se propusieron estropear la fiesta con inúmeras acciones que demuestran que nada ha sido casual, sino bien orquestado; no al iniciar el año, sino desde antes de que el presidente Danilo Medina emitiera el decreto 678-12 para designar este infeliz 2013, que culmina en días, como el Año del Bicentenario del Natalicio de Juan Pablo Duarte.
Y se propusieron empañar tan gloriosa, merecida y honrosa celebración que esperaba tener, por todo lo alto, el pueblo dominicano. Los actos más significativos del Bicentenario fueron las acostumbradas ofrendas florales ante el Altar de la Patria que, junto a los discursos que pronuncian allí políticos, funcionarios, rectores, congresistas y demás que procuran protagonismo en cualquier escenario, desde el 26 de Enero hasta el 27 de Febrero de cada año, fechas reunidas en el Mes de la Patria, aunque en este 2013 las actividades iniciaron el día 13 de Enero, fecha de nacimiento del Patricio.
Conferencias, ponencias, discursos, paradas escolares y aisladas actividades oficiales, resumieron el Año en que los dominicanos debimos unirnos en un solo slogan para decirle al mundo que el forjador de nuestra nacionalidad nació en el 1813, dos siglos atrás, pero no fuimos advertidos de la gestación de un plan, no sólo para estropearnos la fiesta del Bicentenario del Patricio, sino para destruir su legado, sus sueños y sus ideales de libertad.
No, los haitianos se propusieron estropear la fiesta, y podemos echar un poco la vista atrás para recordar que no fue casual, no, no fue casual, ya los vecinos habían acordado junto a sus amigos de aquí y de allá, ensombrecer la festividad que debió ser la más alta y sagrada de los dominicanos, en términos de libertad y amor a la patria.
Cuando inició este 2013, escribí: “No nos estropearán la fiesta”, en unos párrafos donde señalé que al parecer algunas personas no se habían sentido invitadas a la gran celebración de la República Dominicana y ha manifestado, en sus acciones, querer dañar los actos del Bicentenario de Duarte. Quise llamar la atención sobre el grupo de nacionales haitianos que se apostó en la parte frontal del Ministerio de Trabajo, para que esa entidad del Estado dominicano le buscara solución a un supuesto conflicto que dijeron tenían con una empresa que según se señaló estaba ubicada en San Cristóbal. Cuando la prensa se desbordó en hablar del caso y, tras algunas negociaciones de las que no se dieron muchos detalles, en días, nadie supo más de los haitianos, ni de la empresa ni del susodicho impase.
Por más de un mes los dominicanos que laboran en el Centro de los Héroes tuvieron que soportar ver tanta inmundicia en una zona urbana y de tanto tránsito en la capital dominicana. Se expusieron o fueron expuestos allí para que los invitados nacionales e internacionales a los actos del Bicentenario, y el mismo pueblo dominicano, los mirase, los tuvieran de frente, como para que se desviara la atención hacia ellos en los inicios de las actividades conmemorativas.
Igualmente, referí sobre los hechos de principio de año en la frontera, específicamente en Dajabón, donde montones de ilegales haitianos querían entrar a la fuerza a territorio dominicano, sin más ni más, auspiciados por el sacerdote Regino Martínez, quien a resumidas cuentas, al querer defender supuestos derechos de esas personas, viola los de los dominicanos y sus leyes.
Y para entonces dije: “No nos van a estropear la fiesta”, y ahora entiendo que ese fue el propósito, porque ante la confrontación fronteriza de principios de este 2013, el embajador haitiano en la República Dominicana pidió a las autoridades dominicanas dejar entrar a esos miles de ilegales. Y exclamé: “como se atreve”. Fritz Cineas pidió también la no deportación de los cientos de haitianos acampados frente al Ministerio de Trabajo y, además, pidió a las autoridades acoger un mensaje del presidente – artista, Michel Martelly, sobre los haitianos que forzaban entrar a la República Dominicana para que aquí se les dote de pasaportes y documentación.
Para entonces dije que el pedido del embajador haitiano, junto a las acciones de Regino Martínez, pasando por los haitianos tirados con enseres domésticos frente al Ministerio de Trabajo, son afrentas que sólo buscan deslucir los actos con los que los dominicanos iban a enaltecer al más noble de todos en el Bicentenario de su Nacimiento. “Se equivocan, no nos estropearán la fiesta”. Pero se lo propusieron.
Todo esto aconteció y muchos dominicanos comenzaron a despertar cuando las autoridades haitianas impusieron la veda a los pollos, huevos, plásticos, aceites, entre otros productos nacionales, lo cual, devino en venganza porque el gobierno dominicano no atinó a complacerlos con sus pedidos de dejar entrar a cientos amontonados en la frontera a principios de este año del Bicentenario.
Durante más de tres meses la prensa dominicana favoreció más los dimes sobre la veda, con sus diretes a los productos avícolas nacionales; así como los demás productivos que paulatinamente se les fue prohibiendo la entrada a Haití. Sin embargo, el asunto de la veda no es tal, en el comercio fronterizo se adquieren tales productos al por mayor y detalles; todo fue otra mentira para hacer ruidos en el Año del Bicentenario.
Al conocerse la Sentencia del Constitucional, los haitianos encontraron en la misma otra tela que cortar en su afán de continuar opacando el Año del Bicentenario y se fueron mucho más allá, llevando la mentira al mundo que al verlos como víctimas han ofendido a los dominicanos de vil manera. En este último trimestre del 2013, los dominicanos, comenzando con sus autoridades, han tenido que contrarrestar el avispero que a nivel internacional han montado los descendientes de Toussaint que, calculadamente, se han dispuesto a querer pisotear y estrujar la Constitución y las leyes de la República Dominicana.
Y todo ocurrió en el Año del Bicentenario del Natalicio del Patricio Juan Pablo Duarte, así quedará en la historia cuando sea contada, y es lamentable; como también es lamentable, que los haitianos no hayan entendido que los dominicanos llevan en el pecho el legado del forjador de la nacionalidad dominicana.
