La muerte insólita del menor Yeuris Manuel Martínez Domínguez, de 10 años de edad, ocurrida el lunes 6 de enero, en el sector La Virgen, de La Victoria, Santo Domingo Norte, quien se suicidó por no estar conforme con los juguetes que le había dado su madre, con motivo del día de los Santos Reyes, causó gran pesar en la población dominicana.
La noticia de que el adolescente se había quitado la vida colgándose de una viga con una soga atada al cuello, en el interior de una casa en construcción, ubicada en la calle Principal del referido sector, dejó diversas interrogantes.
Entre los cuestionamientos que se hacen algunas personas, especialmente progenitores y que le quita la calma a cualquiera están: ¿hasta qué punto debe complacerse a un hijo? ¿Cada vez que un menor pida un regalo y no es complacido, podría tomar una decisión similar? ¿Cómo hacer que los niños entiendan que muchas veces escapa a las posibilidades de sus padres complacérselos?
Resulta increíble que la obsesión de Yeuris Manuel Martínez Domínguez por obtener inmediatamente un vehículo Four Wheel de juguete, valorado en unos RD$300 le llevará a tomar esa decisión.
Para muchos el costo del Four Wheel es insignificante, pero ¿qué pasaría si su hijo le pide un obsequio que sobrepase sus ingresos mensuales? ¿Qué haría usted? Vivimos en un país donde el sueldo mínimo está por debajo de RD$10 mil y los anuncios publicitarios promueven juguetes a precios desorbitantes.
Es común escuchar a preadolescentes pedir como obsequios de reyes equipos tecnológicos como ipad, tablet, Smartphone y otros celulares inteligentes, sin tomar en cuenta si sus padres tienen los recursos e ingresos para comprarlos.
Desde un punto de vista psicólogo habría que preguntarse qué tan importante era para el menor ese juguete y qué significado tenía. Además, ¿fue esa la real causa de su terrible decisión o todo esto fue solo un detonante de problemas arrastrados por muchos tiempos?
¿Por qué si la madre le dijo que al día siguiente le daría el dinero para que comprara el juguete, el niño no pudo esperar? ¿O habría la madre prometido anteriormente otras cosas que nunca cumplió, por lo que para el niño la palabra de su progenitora no tenía valor?
Todas las respuesta a estas preguntas se fueron a la tumba junto Yeuris Manuel Martínez Domínguez, aunque se podrían responder con suposiciones; sin embargo, lo que sí es cierto es que a los más pequeños de la casa hay que hacerlos conscientes del alcance económico de la familia y educarles en los términos imprescindibles del entendimiento a lo que se tiene acceso y a lo que no. Educación, amor y comprensión deben ser herramientas que eviten situaciones tan difíciles y dramáticas.
