Bloquear 20 millones de espermatozoides por mililitro de semen para evitar que fecunden el óvulo sin afectar la calidad de las relaciones sexuales es un reto que la ciencia aún no ha podido alcanzar. Pero la carrera continúa, y en su búsqueda los expertos experimentan con métodos que van desde nanopartículas de oro hasta dispositivos intrauterinos, fármacos y geles.
Hoy solo existen dos métodos masculinos sobre cuya efectividad se tiene certeza: el condón y la vasectomía (es decir, la ligadura de los conductos deferentes por donde circulan los espermatozoides).
Se sabe que es técnicamente posible el desarrollo de un anticonceptivo para ellos (que son fértiles todo el tiempo, no como las mujeres, cuyos ciclos son predecibles), pero la complejidad del sistema reproductor masculino ha frenado cualquier posible intento. Los siguientes métodos, aún en experimentación, son los que más se acercan a ese propósito.
Oro y testosterona
A través de la historia se ha propuesto una infinidad de mecanismos que van desde la implantación de nanopartículas de oro puro en los testículos –que al ser calentadas con láser generarían la temperatura suficiente para eliminar los espermatozoides del semen, sin alterar los demás tejidos– hasta una vacuna anticonceptiva, descrita en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, que consistía en la aplicación de testosterona en dosis exactas para bloquear de forma temporal los espermatozoides.
Esta fórmula también fue sugerida por científicos de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) en el 2011, aplicándola ya no como vacuna, sino como inyecciones periódicas bimestrales que, en teoría, engañarían al cerebro para bloquear el eje que produce el esperma. Su efectividad es del 99 por ciento.
A principios del 2011, un estudio probó una inyección anticonceptiva para hombres cuyo efecto podría durar 10 años. Consistía en inyectarles un gel sintético con cargas eléctricas positivas, lo que haría que los espermatozoides perdieran su capacidad de fecundación (al parecer, al invertir la carga eléctrica sobre el espermatozoide se impediría su adhesión al óvulo).
También se han propuesto métodos de esterilización reversible con características similares a las de un dispositivo intrauterino (DIU) para hombres, hechos de silicona, que se ubicarían en los conductos por donde circulan los espermatozoides. Este dispositivo, que ha sido probado por Sheperd Medical Company con relativo éxito, continúa en pruebas.
Otros métodos
La Universidad de Harvard publicó en la revista Cell, en agosto del 2012, el hallazgo de un compuesto que induce la infertilidad temporal en los varones: se trata de la molécula Jq1, que reduce la cantidad y calidad de los espermatozoides de manera significativa durante un tiempo.
Este fármaco interrumpe su proceso de maduración sin afectar la calidad o producción de la testosterona. El hallazgo se dio mientras investigaban la sustancia para tratar el cáncer.
Así mismo, a mediados del año pasado la Universidad de California en San Diego creó un gel hormonal (testosterona y progestina) para hombres que, aplicado diariamente en la piel, podría reducir la producción de espermatozoides en un 89 por ciento, con efectos reversibles.
Cabe recordar que en casi todos los componentes químicos presentes en los anticonceptivos masculinos propuestos para hombres se encuentra la testosterona, sustancia natural que tiene efectos colaterales que van desde el daño de la piel (acné) hasta la incidencia de cáncer de próstata y otros tumores.
A pesar de los experimentos que se llevan a cabo, los esfuerzos de la ciencia están encaminados, sobre todo, a la creación de una píldora similar a la píldora anticonceptiva femenina. De conseguirla, el impacto social sería tan significativo como el que tuvo en las mujeres en los comienzos de los años 60.
¿En qué va la píldora masculina?
Hace dos años, la Universidad de Bar-llan, en Israel, creó una píldora que neutralizaba la capacidad de fecundación de los espermatozoides a través de la desactivación farmacológica de proteínas fundamentales. Su efectividad sigue a prueba.
El último anticonceptivo fue propuesto por investigadores australianos, que probaron un método que permite mantener almacenado en los testículos el semen con su carga de espermatozoides durante el acto sexual, a través del uso de algunos medicamentos.
