Llegar temprano al trabajo, la escuela, la universidad o a cualquier actividad en el Distrito Nacional, significa madrugar o hacer extraordinarios esfuerzos para lograr la puntualidad, y todo esto pese a las ejecuciones millonarias en megaproyectos viales que se han ejecutado.
En la capital dominicana aún la población no escapa de los intensos y tediosos tapones en sus principales avenidas, especialmente en las zonas donde se construyeron los elevados, túneles y hasta se cambiaron calles de dobles vías en una sola dirección.
De nada ha valido las inversiones costosas hechas en los denominados semáforos inteligentes, ni la adquisición de las unidades de guaguas de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), ni la integración de centenares de agentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), dispuestos en muchas de esas intersecciones para agilizar el flujo vehicular.
Transformación
Al cabo de ocho años y tras concluir su tercer período gubernamental, el expresidente Leonel Fernández dejó en el casco urbano más de cinco infraestructuras, algunas de ellas concluidas y otras en construcción, con una inversión que supera los 200 mil millones de pesos.
De ese conjunto de obras, Fernández emprendió la tarea de ejecutar las grandes infraestructuras viales, las cuales en algún momento fueron temas de debate, al encontrar el rechazo de algunos y la aprobación de otros.
Un ejemplo de ello es el Metro de Santo Domingo, cuya primera etapa y la segunda encabezan la lista de los megaproyectos, con una inversión que supera los 45 mil millones de pesos.
Entre otras grandes obras se encuentra el “Corredor Duarte”, integrado por un conjunto de elevados, túneles y pasos a desnivel en la ciudad Santo Domingo que conectan con la autopista Duarte.
Interminables tapones
A pesar de la tecnología desplegada en término vial en Santo Domingo, los tapones continúan por la imprudencia de conductores; la gran cantidad de vehículos que circulan y el mal manejo del tránsito por parte de los agentes de la AMET.
Tampoco es raro observar una guagua de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), dañada, así como un carro de concho que obstruyen una avenida, algunas de las causas de trastornos en las vías.
Otro de los aspectos que originan el caos es la sobrepoblación de automóviles que transitan en las horas “pico”, consideradas entre las 7:00 y 9:00 de la mañana y al final de la tarde, entre 5:30 y 7:00 de la noche.
Carla López, residente en Cristo Rey, expuso que tarda demasiado tiempo en el trayecto desde su casa a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde estudia Medicina, pese a que se traslada en su carro: “No es posible que para trasladarse a un lugar donde el recorrido mínimo son cinco minutos, una persona tenga que tomarse una hora”, indicó al quejarse del congestionamiento que se produce en las avenidas Tiradentes y John F. Kennedy.
“Tengo que salir a las 7:00 de la mañana para poder encontrar el camino un poco despejado, si me tardo diez minutos, de seguro estaré varada interminablemente en un tapón”, puntualizó la joven estudiante y precisó que igual suerte corren centenares de ciudadanos de todas las esferas productivas y estudiantiles en esta ciudad.
Imprescindible educación
Gran parte de la población consultada por este multimedios DominicanosHoy, entiende que una de las salidas a la actual situación, es la educación vial y la restricción a los vehículos pesados de circular en las señaladas horas picos.
Carmen Rodríguez, otra de las estudiantes de la UASD, en la especialidad de arquitectura, indicó que es necesario establecer horarios de tránsito para algunas actividades: “No es posible que camiones de gran volumen estén en las calles en momentos que la población se traslada a los colegios y lugares de trabajo”.
Rodríguez destacó que en países se latinoamericanos con menos capacidad en carreteras y calles que República Dominicana, esto no es permitido, porque evitan dos cosas: el congestionamiento vehicular y consecuentemente, los accidentes.
Para la sociedad dominicana es un tema permanente de preocupación el caos que aún persiste en Santo Domingo, que se agrava todavía más con la falta de respuestas inmediatas de las autoridades para brindar un transporte de masa, ya que la OMSA ha sido un fracaso, mientras que las líneas del Metro no satisfacen las demandas de la mayoría que habita esta capital.
