El paraíso del genio: hamaca, mar y música

«Es el único lugar donde puedo desconectarme del mundo». Mar, sol, lluvia, una hamaca y mucha música. Entre las aguas turquesas del Caribe que le enamoraron hace 30 años y la frondosa selva de la península de Yucatán, ‘el de Lucía’ se despojaba hasta de sí mismo. En México, en plena Rivera Maya, era solo Paco Sánchez. Y una guitarra. Y la playa. Y el mercado. Y el ‘pescao’.
 
«Lo que me sedujo de este lugar fue el mar, el más bonito que he visto nunca, esos días claros con sol cuando hay viento del norte y el agua se queda tranquila… una belleza». En 2002, el guitarrista dejó que Daniel Hernández y Jesús de Diego se colaran en su rincón perdido de México para hacer un documental que lleva su nombre, un trabajo intimista y cercano en el que se le ve disfrutando de su paraíso personal, el lugar donde quería retirarse y, seguramente, también morir. Y aunque decía que no planificaba nada en su vida, ahí le agarró la muerte. En esas playas de arena blanca, el martes por la tarde.
 
Paco de Lucía llegó a esa costa mexicana en los años 80, cuando «solo unos cuantos locos» venían por este pueblo de cuatro casas, «el sitio ideal para relajarme de una vida tan tensa». Alquilaba una casa y pescaba -pesca submarina-, su pasión sobre todo de más joven, con ‘la banda del tío pringue’, su grupo de inseparables amigos. Luego le fueron dejando solo en esas excursiones. Echaba de menos volver a echarse al mar, le daba miedo navegar solo. Lo cambió por los mercados mexicanos donde seleccionaba las mejores piezas antes de meterse en la cocina.

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