He visto con un asombro que estremece mis sentidos y el órgano motor de mi cuerpo, el hecho de cómo la Loma Miranda ha sido amada y defendida por poetas, artistas, periodistas, trovadores, románticos, villanos, sacerdotes, legisladores y enamorados de la naturaleza y gente común. Creo que tanto amor por Miranda hace sentir celoso al suelo que la sustenta y la alimenta: la Patria.
El pasado año fui invitada a participar de un recital que se realizaría al pié de Miranda. Me sentí honrada y agradecí que se me tomara en cuenta. No pude asistir, se me complicó la vida para la fecha y lamenté no encontrarme ese domingo junto a tantos que le rendirían honor, como si fuese más que un reclamo a los hombres, una llamada de intercesión divina para que las riquezas que guardan sus entrañas no sean extraídas.
Con los años he aprendido que Dios tiene un plan para todo, y ahora me doy cuenta el por qué no pude encontrarme hábil para estar presente en tan significativo y conmovedor acontecimiento de apoyo. Hoy, al ver tan desbordante amor por Loma Miranda, manifiesto que la Patria siente celos; creo que a ella le gustaría que esa pasión se sienta igualmente en los cuatro costados de todo el territorio de la República Dominicana, para reclamar que cesen las presiones, tanto internas como externas, con la que se pretende desconocer la Constitución y las leyes dominicanas.
¿Ha sido Miranda objeto de lo negado a la Patria? Tantas canciones para Miranda; tantos versos al aire y a la vida con los que se trata de impedir que las manos del hombre lleguen al paraíso que guarda su interior, y sin embargo, sin embargo, nadie, ó muy pocos, muy pocos, lo hacen por la Patria, por el suelo donde descansa la ambicionada y pretendida Loma, ubicada en el mismo trayecto del sol.
¿Esos poetas, esos trovadores, esos artistas, periodistas y amantes de la vida silvestre han realizado igual manifestación por la Patria de Duarte?. Quisiera oírlos, es más, anhelo oírlos y participar de tan patrióticos recitales, y más ahora, más ahora, cuando se pretende pisotear la sangre de los Trinitarios y de los hombres y mujeres que han ofrendado sus vidas para que hoy el suelo donde descansa Miranda sea respetado y siga siendo un Estado Soberano.
¿Han estado mis amigos, los poetas de Miranda, ajenos a todo cuanto acontece en la República Dominicana tras el conocimiento de la Sentencia 168/13?. Perdón, pero creo que sí. Perdón, me siento asustada, siento que mi corazón grita al ver que la Patria donde descansa Miranda no tiene quien le cante, ni le llame bendita, ni quien le grite al mundo el derecho que le asiste a los dominicanos determinar quién debe o no ostentar la nacionalidad.
Perdón a mis amigos, amantes y reclamantes de la preservación de los recursos naturales, de las especies endémicas y de los cientos de nacimientos acuíferos que dispone Miranda; pero es equivocado clamar por ella y obviar el suelo que la parió y la amamantó, hasta dejarla imponente y frondosa en las alturas.
Los reclamos, las vigilias, los afanes y diligencias para impedir la explotación de Miranda seguirán, y yo me uno a ellos, pero, nuevamente perdón a mis amigos poetas y trovadores, amantes de la naturaleza y protectores de vida que se alimentan en y de esta sagrada elevación, pero creo que esos reclamos serían más sustentados si se hicieran a favor de la Patria que la parió.
La Patria está primero; el suelo donde vive Miranda debe ser defendido, debe ser amado, debe ser protegido y reclamado por los dominicanos para que no se vulnere; para que no pierda su esencia; para que prevalezca por los siglos y siglos, así como se pide y grita se mantenga la virginidad de Miranda.
Perdón a mis amigos los poetas, románticos y amantes de la vida silvestre, permítanme echar un vistazo a un pasaje de Emilio Rodríguez Demorizi un auténtico patriota como historiador y ciudadano ejemplar dominicano, quien en el 1960 publicó su compilación documental Riqueza mineral y agrícola de Santo Domingo. Aporte para remediar la relación asimétrica entre pariguayos y corsarios. Intermediada por buscones con autoridad.
Demorizi refiere las vivencias de Samuel Hazard, editor e ilustrador que vivió en el país en 1871 y que luego se agregó a la comisión del Congreso de los Estados Unidos para lo cual redactó un informe de cara al plan de anexión a la Unión Americana promovida por Buenaventura Báez y Ulises Grant. En el informe, Hazard detalla que la República Dominicana está preñada de oro y de cuantos metales preciosos en todas sus llanuras.
Hazard quedó maravillado en su recorrido por el país, sostiene Demorizi, y afirma que: “aquí da cuenta del trabajo de prospección geológica y minera que realizaba entonces William M. Gabb, «patrocinado por una compañía de Nueva York». Apuntando, «de seguro no convendrá a los intereses de la compañía publicar todos sus descubrimientos geológicos, pero en términos generales, puedo afirmar que la opinión de Mr. Gabb es que hay yacimientos de oro esparcidos por gran parte del flanco norte de la cadena montañosa central, así como en las aguas del curso alto del río Jaina”.
Nuevamente perdón, a mis amigos los poetas, compositores, sacerdotes y reclamantes, pero Miranda, la hermosa y elegante loma, vestida de verde esperanza y de musical sonrisa bajo el cielo tropical que la mira, es sólo parte de la República Dominicana, es sólo parte de la Patria que la sustenta, es solo una más de las tantas lomas que posee el suelo patrio preñado de riquezas.
Esta loma, cubierta de vida, es igual que todas las que forman las cordilleras del suelo de la República Dominicana. No es la única a la que tenemos que cantarle, no es la única a la que tenemos que venerar, no es la única por la que tenemos que clamar, sino al suelo que las sostiene.
Al igual que por Miranda, los dominicanos debemos aunar nuestras voces y gritar por la preservación de la República Dominicana.
Miranda posee oro, plata, bauxita y todo un mar de riquezas a la que estamos llamados impedir sean extraídos sin compasión; y de ocurrir tal afrenta, dolería, y no sólo a mis amigos los poetas y trovadores, sacerdotes y amantes de la naturaleza que han hecho vigilias y recitales sonoros por su preservación; también me dolerá a mí y a 9 millones de dominicanos y dominicanas.
Pero ese dolor, si llegara a ocurrir la explotación de Miranda, no será tanto ni tan profundo como dolerá ver la Patria, ver la República Dominicana mancillada por falta de cantores, por falta de poetas que le escriban y reciten versos; por falta de amor de sus hijos, por falta de hombres y mujeres que la defiendan.
