Los hinchas que aterrizaban en Sao Paulo para el Mundial fueron recibidos por embotellamientos, después que la policía usara gases lacrimógenos para dispersar a trabajadores del metro en huelga a sólo tres días del partido inaugural.
La huelga, declarada ilegal por un tribunal, amenazaba con extenderse por sexto día consecutivo luego que las autoridades abandonaron una reunión con los trabajadores.
«No hubo acuerdo», dijo el secretario de Transportes de Sao Paulo, Jurandir Fernándes, tras una reunión con los sindicalistas.
La tensión en el metro hace temer que el Gobierno no pueda contener el descontento popular y las protestas acaben aguando el Mundial, que comienza el jueves en Sao Paulo con el partido entre Brasil y Croacia por el Grupo A.
Con la inauguración del Mundial a la vuelta de la esquina, el gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, ordenó despedir a 42 huelguistas.
Los trabajadores piden un aumento salarial de 12 por ciento, casi el doble de la inflación anualizada. El gobierno del estado ofrece un 8,7 por ciento.
Pero al final de la tarde las negociaciones se centraban en la readmisión de los despedidos. El metro es usado por unos 4,5 millones de personas en Sao Paulo.
Sin transporte público, muchas personas sacaron sus autos a las calles, provocando enormes embotellamientos en esta ciudad de 22 millones de habitantes.
