Las protestas por la muerte de un joven negro desarmado en el estado de Misuri, en Estados Unidos, fueron bulliciosas pero pacíficas el jueves por la noche, mientras el nuevo jefe policial negro reemplazó a los efectivos antidisturbios por otros oficiales que se mezclaron con la multitud.
La muerte a tiros de Michael Brown, de 18 años, el sábado pasado tras una disputa en un coche policial, fue calificado de «trágico» por el presidente Barack Obama y desató protestas que acabaron generando disturbios y choques con la policía.
El jueves, el gobernador del estado, Jay Nixon, decidió nombrar a un negro, el capitán de la patrulla de autopistas Ron Johnson, al frente de la seguridad en la localidad de Ferguson, después de casi una semana de enfrentamientos entre los manifestantes y la policía.
Decenas de personas han sido arrestadas en medio de saqueos, disparos y hechos de vandalismo.
En un giro de 180 grados, Johnson y un puñado de agentes negros sin protección caminaron entre los miles de manifestantes que llenaban las calles de este suburbio de St. Louis mayoritariamente negro exigiendo justicia por la muerte del adolescente.
«Solo queremos poder venir aquí y manifestarnos sin temor a que nos disparen. Es así de simple», dijo Cat Daniels, un veterano de la guerra de Irak de 53 años. «Lo que ven esta noche es gente reuniéndose. Cuando ese chico fue asesinado el daño y el dolor era reales», agregó.
En el patio de una gasolinera quemada durante los disturbios, un vaquero montaba un caballo y un grupo de niños bailaba sobre el pavimento, cubierto de pintadas con tiza que decían: «Ahora el mundo conoce tu nombre, QPD Mike».
«Se trata de este joven de aquí», dijo el capitán Johnson a un periodista de la CNN, sosteniendo un retrato de Brown mientras los asistentes daban gritos de apoyo. «Se trata de que haya justicia para todos», agregó.
