El clérigo más influyente de Irak, el gran ayatolá Ali al-Sistani, apoyó este viernes al nuevo primer ministro y llamó a la unidad nacional para contener la violencia sectaria y una ofensiva de militantes del Estado Islámico que amenaza a Bagdad.
En declaraciones hechas luego que Nuri al-Maliki renunciara como primer ministro bajo fuerte presión de sus aliados en el país y el extranjero, el líder espiritual de la mayoría chií de Irak dijo que la entrega del mando a su correligionario Haider al-Abadi brindaba una inusual oportunidad para resolver la crisis política y de seguridad.
Irak ha estado inmersa en los peores hechos de violencia desde la guerra civil sectaria de 2006-07.
Los combatientes suníes liderados por el Estado Islámico tomaron grandes partes del oeste y norte del país, forzaron a cientos de miles de personas a huir de sus casas y amenazaron a la etnia kurda en su provincia autónoma.
Sistani dijo a los políticos del país, inmersos en fuertes disputas, que debían asumir la «responsabilidad histórica» de cooperar con Abadi mientras intenta formar un nuevo gobierno y superar las divisiones entre las comunidades chiíes, suníes y kurdas, que se profundizaron con Maliki.
El mismo Abadi, en comentarios en internet, instó a sus compatriotas a unirse y advirtió que el camino será duro.
Sistani, un octogenario cuya autoridad pocos políticos iraquíes se atreverían a desafiar abiertamente, también se refirió al Ejército, que ofreció una fuerte resistencia cuando el Estado Islámico protagonizó su rápida ofensiva en junio.
«Subrayamos la necesidad de que la bandera iraquí sea el estandarte a elevar sobre sus tropas y unidades y evitar usar cualquier fotografía u otros símbolos», dijo Sistani, en un llamado al Ejército a dejar de lado sus diferencias sectarias.
