“Dedicado a los hombres y mujeres uniformados y no uniformados que aún creen en un proyecto de Nación, bajo la égida de un Estado progresista”.
En estos días leí en un diario digital local una noticia -con carta anexa- relacionada con la solicitud de retiro de un alto oficial de la Fuerza Aérea de nuestro país, motivada según interpreto, por el hecho de no haber sido tomado en cuenta por el Poder Ejecutivo para ocupar el ministerio de Defensa o la comandancia de la Fuerza Aérea, prefiriendo este oficial salir por la “puerta institucional”. Hasta ahí entiendo; pero lo que no alcanzo aún a comprender es cómo ese hasta hace poco viceministro de Defensa, reconocido por todos como un oficial calificado, que ha ocupado posiciones relevantes, sobre todo en los ámbitos de reforma y modernización precisamente de la Ley Orgánica militar, utilice en su misiva conceptos que contradicen la ley que él mismo contribuyó a redactar. Y entonces me pregunto: ¿Para qué tanto esfuerzo de militares, legisladores y asesores y tanta propaganda a una ley que inicia su aplicación con violaciones a la misma, ya que en la práctica no se respeta ni en lo más elemental?
Al utilizar el término antigüedad en el servicio, ese prestigioso militar, tiende a confundir a los soldados profesionales, lo que me motiva a hacer ciertas precisiones, con la intención, una vez más, de tratar de llevar luz a los cuerpos de defensa de la nación.
En consonancia con la nueva Ley Orgánica (No. 139-13 del 13/9/14) y según lo dispone su Artículo 155, el aludido oficial general solo aplica para retiro voluntario, al acumular veinticinco (25) años de servicio, o por haber ejercido una posición en el Estado Mayor General y no ocupar en la actualidad un cargo equivalente. Si estos asuntos están tan claros en la nueva ley, para qué insertó en su solicitud de retiro el tan distorsionado concepto de “antigüedad en servicio”, si él sabe que para ello debió haber acumulado (40) años de servicio en las FFAA, y no los (35) años que él mismo alude en su solicitud. Más aún, si fuera por la relación Rango y Edad, según se establece en la LOFFAA, este oficial general debió haber cumplido (61) años para calificar, lo que no me parece aplica a su caso. Es preocupante que, quien asesora al Sr. Presidente en el aspecto militar, el Sr. ministro de Defensa, haya aprobado esa solicitud con términos incorrectos, a pesar de que generales y almirantes en retiro, de manera institucional y pública, han observado esas fallas legales, y aún así el Sr. ministro de Defensa las siguió tramitado, con la ilegal referencia de: Retiro por Antigüedad en el Servicio, confundiendo al Sr. Presidente, haciéndolo firmar decretos que violan las leyes que el mismo promulga.
Por esta y otras razones, entiendo y creo que en momentos de crisis morales como ahora, se necesitan en nuestras Fuerzas Armadas hombres capaces, honestos, responsables y con sentido de patriotismo; asesorando al Sr. Presidente correctamente para que se designen en los puestos de mando los militares apropiados, sin que gravite el favor de las relaciones. Esas malas prácticas tienden a disminuir la moral militar y la desmoralización beneficia al narcotráfico, crimen organizado y a los antisociales.
No es posible que se continúe violando la Ley Orgánica de las FFAA para beneficiar clanes militares con anclas mediáticas que crean espejismos que confunden lo incorrecto por lo correcto, mediante el uso vulgar de prebendas y favores extirpados del erario, para continuar con la impunidad del tradicional lado oscuro de la fuerza, expandido y reforzado después del 30 de mayo de 1961.
Los actuales mandos militares, todos de una nueva generación, deben demostrar con hechos que estarán siempre a la altura de sus delicadas funciones, y que han asumido el compromiso con la Patria, su bandera y escudo, comandando instituciones permanentes del Estado, respetando y haciendo respetar la cadena de mando, manteniendo la disciplina, lealtad, sentido de grandeza y mística, sin accionar como dirigentes serviles del partido de turno.
La estructura ya no resiste más fisuras, “ahora es el momento de hacer lo que nunca se ha hecho”, sustentándose en barreras éticas y morales con la Constitución y las leyes como faro de luz.
Cuando el señor presidente Medina decida sobre los retiros militares, debe simplemente regirse por la Ley Orgánica Militar, sobre todo en lo concerniente a la salida honrosa (Art. 262 LOFFAA) de quienes han ocupado posiciones en el Estado Mayor General y se encuentran sin cargos (ministros, viceministros, inspectores generales de las FFAA y comandantes generales), y que de acuerdo a la ley no pueden ocupar posiciones de categoría inferior a la que ellos ostentaron. Por ahí comienza a desatarse ese nudo gordiano. Las interpretaciones castrenses deben suscribirse a enfrentar el reto de ser vistos por la ciudadanía como los representantes de Duarte y el sable de Luperón, así como del legado Constitucionalista de 1965. La percepción de que se han sacado y se seguirán sacando de las filas militares a oficiales dignos, capaces y trabajadores que le han dado sus mejores años a la carrera militar, -llevando frustración y dolor a muchas familias-, por el simple hecho de cumplir compromisos políticos, gratitud personal o retaliaciones producto de bajos instintos, debe ser modificada con la concepción de unas Fuerzas Armadas institucionales, virtuosas y apolíticas, baluartes y atalaya de la dominicanidad pura.
El reto está responsablemente planteado… para reflexión de todos.
