El brote y la propagación de enfermedades virales e infecciosas toman desde hace meses los principales titulares de medios de prensa alrededor del mundo.
La presencia del Chikungunya en América Latina y el Caribe, que ya ha provocado unos dos millones de casos en República Dominicana; y más recientemente el azote del ébola en África occidental, han encendido las alarmas epidemiológicas en todos los continentes.
Cuba no escapa a esa realidad, y con el objetivo de brindar un espacio de actualización e intercambio científico sobre esos temas, acogió recientemente en esta capital el VIII Congreso Cubano de Microbiología y Parasitología.
La cita contó con la participación de reconocidos especialistas de la isla caribeña, así como de unas 17 naciones; entre ellas Corea del Sur, Colombia, Estados Unidos, Brasil, Perú, Holanda, Bélgica, Canadá, Argentina, Turquía y España.
Igualmente, al evento desarrollado en el Palacio de Convenciones asistieron representantes de las organizaciones Panamericana (OPS) y Mundial de la Salud (OMS).
La doctora María Guadalupe Guzmán, presidenta de la junta directiva de la Sociedad Cubana de Microbiología y Parasitología, recalcó en el marco del congreso la importancia de intercambiar sobre la realidad epidemiológica global.
La pandemia de ébola que se extiende por el este de África, clasificada como emergencia global por la OMS, indica el peligro al que se enfrenta el mundo y la necesidad de los países de prepararse para enfrentar de forma adecuada esa y otras situaciones que puedan surgir, indicó Guzmán.
Se trata de una enfermedad emergente con gran peligro de extensión y consecuencias impredecibles debido a su alta letalidad y capacidad de contagio, pues se transmite por cualquier secreción o fluido.
El reciente brote de ébola apareció en marzo pasado en Guinea Conakry y hasta la fecha ha causado cerca de cinco mil 800 muertes; a pesar del esfuerzo internacional aún no se ha podido desarrollar una cura definitiva.
En la actualidad se extiende, además, por Liberia, Sierra Leona, y otros estados de esa zona africana; mientras que países de otros continentes como España y Estados Unidos ya reportaron igualmente sus primeros casos.
En la reunión de La Habana también se discutió sobre otras enfermedades como la viruela, poliomielitis, rubéola y sarampión, que aunque en Cuba están erradicadas aún permanecen en otros países del área.
Otros tópicos importantes fueron los vinculados al control del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), el cólera y el dengue.
Esta última enfermedad ya está presente en Cuba en sus cuatro variantes, una situación que la mayor isla de las Antillas no había experimentado en brotes anteriores.
En ese sentido, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología mostró sus avances en la creación de una vacuna contra los diferentes serotipos de dengue, estudio que en estos momentos se encuentra en su primera etapa de validación.
El dengue, al igual que el Chikungunya se transmite mediante vectores, entre ellos los mosquitos Aedes Aegipty y Aedes Albopictus, y ambas enfermedades se encuentran dispersas por toda Latinoamérica.
Al respecto, el investigador del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), Juan Bisset, advirtió que el éxito del control vectorial dependerá del sistema de vigilancia que se implemente en cada nación.
El jefe del departamento de control de vectores del IPK, se refirió al tema en uno de los simposios del Congreso, y declaró que se trata del tópico más promovido en la actualidad por la OMS, debido a la situación que enfrentan varias regiones del mundo -especialmente las Américas.
Todos los sistemas de salud en América Latina basan sus mecanismos de control vectorial en la aplicación de insecticidas, cuando la OMS apuesta precisamente por lo contrario, señaló Bisset.
El especialista se refirió a cinco tipos de vigilancia que son fundamentales para alcanzar lo que denominó «control integrado de vectores», las cuales deben implementarse como acciones constantes en el tiempo si se quieren alcanzar buenos resultados.
Estas son vigilancia del ambiente, de los factores eco-biosociales, de la ecología del vector, de las operaciones de control y de la genética del insecto transmisor.
La proliferación de enfermedades tropicales ensombrece el panorama epidemiológico global en la actualidad.
Por tanto, la capacitación del recurso humano, la investigación y el intercambio científico, así como la aplicación de los avances tecnológicos se convierten en pilares fundamentales en los países para incidir de forma positiva en el enfrentamiento de esas contingencias.
