“Médicos en Colombia evaden la eutanasia por represalias legales”

El senador Armando Benedetti es promotor del proyecto para regular la eutanasia en Colombia.
 
En medio de la tormenta mediática generada por la muerte de la estadounidense Brittany Maynard, de 29 años, quien recurrió al suicidio asistido para ponerle fin al sufrimiento generado por un cáncer terminal de cerebro, el senador Armando Benedetti (La U) anunció que en los próximos días volverá a presentar en el Congreso un proyecto de reglamentación de la eutanasia en Colombia.
 
Cabe recordar que mediante la sentencia C-239 de 1997, la Corte Constitucional despenalizó el homicidio por piedad en Colombia. Sin embargo, tras cuatro intentos en el Congreso no ha sido posible reglamentarlo. Aun así, Benedetti insistirá, pues considera que, gracias al debate generado, el país está más informado sobre este tema. “Lo único que he querido -señala el senador- es reglamentar algo que la gente ya aplica”.
 
Insiste en que en el país el asunto se reduce a un debate religioso, cuando a su juicio al Congreso hay que ir con la Constitución en la mano y no con la Biblia. “Lo que está pasando hoy es algo perverso, porque la que está fregada es la gente de clase baja. A este tipo de derechos adquiridos solo tiene acceso la gente de estrato seis, que está informada y tiene recursos”, agregó.
 
La elección de una muerte digna no se da solo por enfermedades terminales. Un accidente de tránsito puso a la familia de Helena Alarcón, una mujer de 65 años, en esta encrucijada. Como consecuencia del daño cerebral severo que sufrió, su pronóstico fue el de “estado vegetativo persistente”.
 
El hijo de Helena es médico, y conociendo la gravedad del diagnóstico contempló la opción de ayudarle a ella a morir activamente, pese a que el hospital donde se encontraba no compartía esta posibilidad.
 
Su convicción personal y profesional, sumada al hecho de que no había posibilidad de recuperarse del daño cerebral, lo llevó a hablar con sus hermanas sobre el tema, para que lo respaldaran.
 
Él recuerda que la situación de su mamá era crítica: recibía alimentación por gastrostomía, respiración mecánica y medicamentos para evitar la coagulación sanguínea, para controlar las convulsiones, el dolor por la inflamación cerebral y el edema. “Sabía -dice él- que su cuerpo comenzaría a sufrir pérdida muscular por la inmovilidad y retracciones en pies y manos, hasta quedar en posición fetal, en una condición física indigna para ella”.
 
Al final, la familia apoyó la idea de la eutanasia.
 
Ni en ese momento ni ahora este médico, que vivió en carne propia el problema, admite abiertamente haber recurrido a la eutanasia para ponerle fin al sufrimiento de su mamá, dadas las implicaciones éticas y legales que ello entraña.
 
De acuerdo con Benedetti, reglamentar esta práctica en el país cambiaría drásticamente las cosas tanto para los pacientes y sus familias, como para los médicos: “Muchos de estos profesionales -asegura el senador- no asisten a sus pacientes en estos momentos, pese a que ellos se los piden, por temor a las represalias legales”.
 
Un cáncer mal diagnosticado
 
José Espitia de 72 años estuvo 24 meses en tratamiento médico por una supuesta sinusitis que le generaba una extraña y desagradable congestión nasal.
 
Sin embargo, la congestión se convirtió un día en una hemorragia nasal severa que, poco después, fue diagnosticada como un cáncer que le había invadido los senos paranasales, afectando los huesos de la nariz, el maxilar superior, la órbita del ojo y los músculos faciales.
 
La única solución que le ofrecieron los médicos fue hacer una cirugía radical en la cara, que incluía la extracción del ojo, del maxilar superior y parte del inferior, sin que eso garantizara una cura para su enfermedad.
 
El paciente rechazó la agresiva cirugía, por considerarla una mutilación indigna e inútil. Entonces manifestó su deseo de morir con dignidad.
 
El hombre, católico y de familia conservadora, consiguió el apoyo de sus seres queridos quienes, viendo su sufrimiento y la imposibilidad de tratar la enfermedad, aceptaron acompañarlo en su decisión y se comprometieron a no iniciar procesos legales contra el médico que aceptó ayudarlo.
 
Antes de la eutanasia el paciente alcanzó a pedir la absolución de su párroco, quien lo había acompañado en el curso de la enfermedad; además, le aplicó la unción de los enfermos y le dio la bendición. Luego, en un episodio de intensa hemorragia, llamó al médico y se despidió de su familia.

Compartir esta publicación:

WhatsApp
Facebook
X
LinkedIn
Pinterest