Crece la figura de Canó con antuación en la pelota de RD

Phoenix.- Es bien notable lo que ha hecho Robinson Canó en su pueblo natal de San Pedro de Macorís.
 
Pese a su condición de superestrella de Grandes Ligas con contrato de 10 años y US$240 millones, el segunda base de los Marineros decidió integrarse a las Estrellas Orientales para la última fase del round robin en la Liga Dominicana.
 
En términos prácticos, parte del motivo por su participación en la pelota de su país era poner a prueba el dedo de pie que se fracturó al recibir un pelotazo durante la Serie de Estrellas en Japón en noviembre. Pero claramente existe un disfrute y un deseo de ayudar a ganar al equipo “verde” de la República Dominicana.
 
El “efecto Canó” en el ambiente de las Estrellas para esta semana crucial catapultó al equipo de San Pedro a la serie final que disputará contra los Gigantes del Cibao.
 
Ahora bien, no sólo se trata de la figura de Canó, el respeto que inspira su persona ni sus dotes de liderazgo. El veterano de 33 años rindió al bate al irse de 11-6 con una base por bolas, tres empujadas y dos anotadas en los tres partidos clave para las Estrellas—incluyendo de 4-4 en el partido en el que el equipo aseguró su boleto a la serie final.
 
La presencia de Canó en la pelota de su país es un acontecimiento importante. Durante ya muchos años, han llovido las quejas—y con razón–sobre la falta de estelares de Grandes Ligas en las ligas invernales.
 
Los motivos de la ausencia de los luminarios son comprensibles, dada la exigente temporada de febrero a septiembre (y a veces octubre) en los Estados Unidos y las grandes inversiones económicas en sus peloteros de parte de los equipos de MLB. De ahí viene la famosa “fatiga extrema”.
 
Pero para Robinson Canó, ha existido poca “fatiga extrema” en los últimos años. Recuerden que el petromacorisano fue el líder indiscutible del equipo dominicano que ganó invicto el Clásico Mundial del 2013. Y luego de su primera campaña con los Marineros en el 2014, Canó decidió participar en la Serie de Estrellas en tierras niponas. Allí, al igual que en los predios de Seattle, el intermedista se vio claramente como el líder de los integrantes del equipo de MLB.
 
Traigo a colación tanto el término “líder” porque en años anteriores, sobre todo antes de su llegada a los Marineros, Canó fue pintado en ocasiones como una figura sin la entrega ni el deseo de triunfar que hubieran querido los Yankees. En particular, el manager de Nueva York Joe Girardi lo sentó por tal motivo en el 2008, mientras que su ex coach de bateo Kevin Long y el mismo taponero panameño Mariano Rivera hicieron comentarios en ese sentido.
 
Todo eso ha parecido medio desubicado, dado no sólo a la producción de Canó en su carrera, sino el hecho de que desde el 2007, el quisqueyano ha disputado 160 juegos o más cinco veces y nunca ha jugado en menos de 157.
 
Canó es uno de los peloteros más duraderos de Grandes Ligas. Y siendo una de las magnas figuras de las Mayores, sí decide jugar en el Clásico (diferente a muchos), sí decide participar en la serie de Japón (diferente a muchos) y ahora pone un gran ejemplo—muy poco visto hoy en día–al jugar y rendir con sus queridas Estrellas.
 
No hacía falta jugar en Dominicana para poner a prueba el dedo del pie. Pero Canó optó por hacerlo y cumplió a carta cabal como pelotero y sí, como líder. Y quién sabe si sus aportes serán recordados como parte un famoso “Año Verde” de un campeonato para las Estrellas, equipo que no alcanza la gloria desde 1968.

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