Bingo y juntes de compatriotas

San Juan Puerto Rico.- Con todo y la crisis, económica que está atravesando en éstos momentos la isla del encanto, tierra que miles de dominicanos escogimos para vivir, trabajar y educar nuestros hijos o quizás buscando un mejor medio de vida.
 
Muy a pesar de la fuerte recesión, docenas de dominicanos deciden juntarse en una tarde de «Bingo» y compartir mensualmente anécdotas, almuelzan juntos, disfrutar de una rica arepa o unas suculentas habichuelas con dulce donada para ser vendida y recaudar dinero para un fin especifico, donde todos los alimentos son donativos, así como los regalos sorteados en el lugar.
 
Las comunidades inmigrantes,  siempre buscando la forma de  juntarse con sus coterráneos, no importa dónde ni cuándo, pero hay una excusa, un  motivo para que los quisqueyanos en Borinquen, se olviden un rato de la nostagia y los pesares, entre historias, merengue comidas típicas, chistes, apetitos y mucha risas entre bolos cantados.
 
Es el entretenimiento del juego del bingo, lo que reúne a una gran cantidad de ellos, un domingo cualquiera, en el local de la Alianza Dominicana, presidida por el ingeniero Francisco Pachin Ramírez, un lugar ubicado en la Avenida Ponce de León, parada 24, del sector de Santurce.
 
Alli además se ofrecen clases de ciudadanía, alfabetización, también realizan bohemias, cumpleaños, puestas en circulación de libros, charlas educativas, conferencias y juego de dominó.
 
Coinciden en el pequeño espacio empresarios, poetas, coomunicadores, médicos, periodistas, líderes comunitarios, diputados de Ultramar, presidentes de partidos politicos, escritores, licenciados, ingenieros, maestros, abogados, legisladores dominicanos, catedráticos universitarios y otras  comunidades migrantes, pero la gran mayoría de los asistentes, son todos nacidos en la República Dominicana, radicados en Puerto Rico.
 
Realmente aunque no juego bingo, comparto el ambiente, me muevo por las mesas y las sillas, entre comentarios, buscando escuchar su sentir, viendo sus rostros alegres al verse rodeados de hermanos de la misma isla, de la tierra de Juan Pablo Duarte,  Francisco del Rosario Sánchez,  Ramón Matías Mella, Gregorio Luperón entre otros patriotas.
 
Los veo, jugar por un regalo, porque es un bingo de premios y regalos, siempre por una causa de un compatriota enfermo, o pro-fondos de unas de las instituciones dominicanas sin fines de lucro existentes, que hay más de 15 activas.
 
Ellos imaginan que están allá en su pueblo, su barrio, sector, entre los suyos, allí se juntan los partidos y colores, interactuando,  de diferentes tópicos, de la política dominicana, la crisis de Puerto Rico, de la delincuencia de los barrios quisqueyanos, de los políticos corruptos, de las divisiones entre partidos, de la vida, conversan mientras alguien grita «Bingooooo», acto que de inmediato, una encargada procede a verificar, para entregar el regalo envuelto de forma delicada o en bolsas para la ocasión.
 
En el receso, muy el fondo, suena la potente voz de el El Torito, un mosaico de merengues del ayer,música escogida finamente por nuestro solidario productor Francis Morel, algunos se paran, otros toman tragos vendidos a precios módicos, comen nuevamente de la rica comida que cada una preparara con ése único sasón criollo con ajo majao en un pilón,  oregano, cebolla, cilantro, ajies gustosos, verdura, sal y limón, un manjar sabroso hecho en casa.
 
Quizás hayan otros entretenimientos para los compatriotas, pero el junte es alegre, se abrazan, besan, disfrutan ése calor entre paisanos y ése sentir quisqueyano, porque también se gasta dinero en en ése juego, pues compran los cartones para jugar, comidas, manos especiales y bebidas, pero asisten como una forma de creer que están recreando una estampa cotidiana de Santo Domingo, en Borinquen.
 
Llega la noche, se terminaron los regalos, concluyó el juego, avisa Héctor Lugo Alarcón, el favorito para cantar los bolos, acción que ejecuta entre chistes para relajar a los presentes.
 
Pensaba que se marcharían al finalizar las jugadas, no, de nuevo más abrazos y temas, mientras doña Mery D’Acosta, recoge las mesas junto con algunas colaboradoras, porque el salón debe quedar ordenado para las clases de alfabetización del lunes, que dirige la licenciada Jeanette García, junto a otros profesionales y seres solidarios puertorriqueños y dominicanos que toman de su tiempo para enseñar a quienes no saben leer ni escribir, hermosa labor.
 
Sin dudas algunas, que en ése encuentro mis dominicanos se lo disfrutan, porque sencillamente se alegra el corazón sentirse uno entre su gente, aunque cada cual sea de una provincia diferente al fin, todos son únicamente ése día, «Dominicanos en Puerto Rico».
 
Ése domingo se conjugan el mismo amor patriótico de la misma bandera tricolor que aman e idolatran, con el mismo sentir patriota, con la misma nostalgia que los arropa siempre, no importan los años fuera de su terruno querido, no importan cuantas cosas han obtenido en ésta isla, siempre,  les lacera el alma, estar alejados, de su tierra del merengue.

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