Desayuno escolar, ¿otra vez?

Ya eran días pasados aquellos en que la sociedad comenzó a desconfiar y entender que el Ministerio de Educación en el país no estaba capacitado para garantizar  el alimento de los niños y niñas que asisten a las escuelas públicas. Al parecer, la situación se había normalizado más o menos, hasta que desde hace unos días se ha comentado acerca de estudiantes afectados por esta causa.
 
Si bien en ese entonces hubo la idea de suspender por tiempo indefinido la distribución del desayuno escolar, después de presentarse nuevos casos de intoxicaciones. El entonces titular del ramo, Melanio Paredes, dijo que el presidente Fernández “le había instruido que si se presentaban nuevas intoxicaciones se suspendiera el desayuno para evitar poner en riesgo la salud de los niños”. Pero, más allá de órdenes preventivas, la decisión adoptada avaló la incapacidad  del titular que, sin duda alguna, decidió su salida del cargo.
 
Ni Paredes ni nadie puede preferir la solución de “niños desnutridos y no muertos”, como conclusión inaceptable sobre esta acción social del Estado que no constituye salida al problema de la desnutrición infantil; pero, si a evitar la expansión de ese mal.
 
El propósito de “fortalecer las estructuras y eficienciar los procesos operativos del Programa de Alimentación Escolar vuelven a ocupar lugar en la prensa nacional, y lo importante es “coger al toro (o a la vaca) por los cuernos” y que las autoridades de ahora recuerden las experiencias de otrora y den solución final a este tema que no solo afecta a parte de los seres más vulnerables del país, sino que duele también pensar en cuanto se le ha destinado a la educación para que sus principales actores tengan problemas con algo que ya no merece más discusiones.

Compartir esta publicación:

WhatsApp
Facebook
X
LinkedIn
Pinterest