Yakelin Vilbrun, entre miles de haitianos más en República Dominicana, se resiste a ser deportada hacia su país y en su caso específico, prefiere morir antes que regresar a su natal nación, según confesó a DominicanosHoy.
Vilbrun tiene tres hijos de 16, 13 y 10 años de edad, los cuales nunca han visitado Haití ni conocen a nadie allí: “motivo más que suficiente para resistirme a ser llevada a un lugar del que solo me quedan los recuerdos, memorias no muy gratas de mi infancia que prefiero no contar; pero si luchar, batallar hasta la muerte para impedir que mis hijos vivan esos sucesos.
“De hecho, toda mi familia está aquí, mi futuro y mi trabajo están aquí, y no me imagino qué va a pasar si me mandan para allá, donde no puedo defenderme de nada”.
Admite que no cuenta con ningún documento, razón por la que no pudo regularizar su estatus en el país, “hice todo lo que estuvo a mi alcance, y me fue imposible, pero no dejaré que me trasladen a no ser que me saquen muerta”.
Ella, como tantos otros haitianos más en República Dominicana, tiene una historia; todos la tienen diferente, pero al final convergen en una misma intención, la de obtener su documento para poder trabajar y vivir tranquilamente en el país.
Sin embargo, tanto Yakelin Vilbrun como sus coterráneos no han logrado ser incluidos en el Plan, para el que solo quedan unas horas para regularizar su estatus migratorio, situación por la que permanecen aguardando, muchos desde hace días, con la esperanza de acceder al proceso que expira a la 7: 00 de la noche de este miércoles 17 de junio.
Otras historias
La historia de Moneta Jean es menos dramática, pues al menos posee un papel de Interior y Policía que refrenda que inició el proceso y le recibieron los documentos requeridos, aunque no cuenta aún con un papel definitivo.
Sin embargo su temor es que concluya el plazo de los 45 días, otorgado por Ley, sin tener el papel definitivo y que sea deportada. “Aquí al menos la gente subsiste, lo que se saca a vender a las calles, se vende, allá en Haití no”.
Temerosos, los haitianos relatan sus vivencias, unos tras otros, explican lo mismo con diferente grado de desesperación o indignación. Tal es el caso de Tita Pierre que denuncia que un pariente entregó 12 mil pesos a un abogado dominicano, quien aparentemente alargó el proceso y al final no resolvió nada.
“Hay muchos de nosotros que están nerviosos, pues dejan sus hijos, trastes y demás ajuares a la intemperie y ese es el problema”, apuntó.
Mientras que la nacional Marina Pierre, pese a que tiene la familia en su país, dice que después de quince años en República Dominicana, no tiene nada que buscar en Haití.
En los barrios…
En visita a varios sectores de la capital, el escenario se observó de manera diferente. Familias haitianas completas, que viven irregularmente, decidieron regresar de manera voluntaria a su natal nación.
En los barrios capitalinos La Laguna, la 40 de Cristo Rey y en el interior del país, la comunidades de Carbonera, Hatillo Palma, Laguna Salada y otras de las provincias de Montecristi Valverde, camiones con placas de Haití fueron vistos transportando a nacionales del vecino pueblo con todas sus pertenencias.
Entre ellos, Marten Mouclus Jean dijo que decidió regresar voluntariamente a Haití, porque no quiere vivir escondido en un país que no es el suyo. «Sé que la situación allí no está nada fácil, pero buscaré la forma de subsistir», señaló.
