Quito.-Ecuador recibe este domingo con júbilo al Papa Francisco, primer Pontífice latinoamericano de la historia que durante cuatro días esparcirá su mensaje de paz y amor en la nación suramericana.
El presidente Rafael Correa recalcó que Ecuador espera al papa Francisco con los brazos abiertos, todos contentos y receptores de su mensaje.
Felicitó a los ministerios que participaron en esta tarea, y en especifico en la construcción de los templetes en los parques Samanes (Guayaquil) y Bicentenario (Quito), donde se realizarán las eucaristías masivas.
“Es un honor que la primera visita oficial del papa Francisco a Latinoamérica sea precisamente a Ecuador, haremos lo posible porque su estadía sea la mejor”, enfatizó el jefe de Estado.
El Pontífice inicia su primera visita pastoral a América Latina por Ecuador, con cuyo gobierno parecer tener muchos puntos de afinidad en términos de justicia social, medio ambiente y lucha contra la pobreza; luego seguirá rumbo a Bolivia y Paraguay, respectivamente.
El canciller Ricardo Patiño constató -en conferencia de prensa previa a la llegada del máximo representante de la Iglesia Católica- que se espera el arribo de unos mil 400 buses de visitantes desde Colombia y Perú, para lo cual se reforzó el control en fronteras y aduanas.
También detalló que tres mil 500 periodistas están acreditados para la visita.
Diego Fuentes, viceministro del Interior, amplió que 49 mil policías brindarán seguridad en los dos eventos masivos en Quito y Guayaquil, así como en todo el recorrido del Papa.
Aseveró que los agentes van a sacar a quienes generen desmanes o transformen la misa en un acto político, en alusión a las recientes protestas opositoras para crear desestabilización.
El Santo Padre llega al país en un momento en que Correa enfrenta marchas violentas de contrarios por sus intenciones de implementar dos proyectos de ley que incrementarían los impuestos a la herencia y la plusvalía inmobiliaria.
Según el mandatario, en el caso de las herencias se busca mejorar la distribución de la riqueza en un país donde el dos por ciento de las familias tienen el control de más del 90 por ciento de las empresas.
Mientras que la llamada ley de plusvalía pretende acabar con la especulación sobre el valor de terrenos e inmuebles.