Suele ser complicado levantarse tras una caída. Nos duele el cuerpo, nos hemos herido y puede que no encontremos puntos de apoyo para volver a ponernos en pie. Sin embargo, a pesar del dolor, merece la pena resurgir.
Si hoy eres fuerte es porque algún día fuiste débil y lo superaste. Es algo de lo que hay que estar orgulloso, porque cuando algo se complica asumimos con ello una gran cantidad de aprendizajes.
La historia de las dos ranas, un ejemplo de resistencia
Una vez, dos ranas que cayeron en un recipiente de crema y sintieron que se hundían. Era complicado nadar o flotar mucho tiempo en aquella masa espesa como arenas movedizas.
Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente y solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar. Una de ellas dijo en voz alta:
–No puedo más. Es imposible salir y, ya que voy a morir, no veo para que prolongar este dolor. No tiene sentido morir agotada por un esfuerzo estéril.
Y dicho esto, dejo de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco. La otra rana, más resistente o quizás más tozuda, se dijo:
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