Los médicos y los enfermeros de una Unidad de Terapia Intensiva (UTI) de Canadá se dieron cuenta de que invitar a los pacientes con poco tiempo de vida, o a sus familiares, a que pidan tres deseos simples y cumplírselos les permitía llevarle paz antes de morir y aliviar el sufrimiento.
Los pacientes y sus familias recibían la invitación a participar del Proyecto Tres Deseos cuando optaban por retirar el soporte vital o cuando un paciente tenía más de un 95 por ciento de probabilidad de morir en la unidad.
En el centro St. Joseph’s Healthcare Hamilton, en Ontario, los médicos trabajaron para cumplir esos deseos, que incluían desde permitir el ingreso de una mascota, facilitar una comunicación vía Skype, organizar la ceremonia para renovar los
votos matrimoniales, acompañar las últimas horas de vida con música escocesa o diferir el retiro del soporte vital hasta después de una celebración importante.
«Estamos tratando de mejorar la calidad del proceso de muerte en el entorno frío y tecnológico de la UTI», dijo la coautora del estudio, doctora Deborah Cook, del Centro de Ciencias de la Salud de McMaster University, Hamilton. «Es un momento en el que todos merecen compasión».
Con sus colegas estudió a 40 pacientes, a los que les cumplieron 159 de sus 163 deseos con un costo de entre cero y 200 dólares por paciente.
Los deseos se organizaron en cinco categorías: humanizantes, de tributo, unión familiar, rituales y creencias y «cadena de favores» (donación de órganos).
Dentro de los seis meses posteriores a la muerte, el equipo entrevistó a por lo menos un familiar. Además, a las dos semanas del deceso, tres profesionales que habían atendido a los pacientes respondieron un cuestionario por correo electrónico.
Un análisis cualitativo de las respuestas, las cartas y las notas demostró que, al dignificar a los pacientes, darles voz a los familiares y promover la compasión médica se personalizaba la muerte.
En Annals of Internal Medicine, una madre dijo que el programa «honra al héroe cotidiano: una persona que pasaría desapercibida, pero cuya vida fue importante». Una enfermera escribió: «Esto incorpora el lado humano a la experiencia
integral. Este proyecto es muy poderoso».
La doctora Anne Woods, coautora y especialista en cuidados paliativos, dijo que la fuerza del proyecto está en visibilizar el proceso de muerte. «Permite ver a los pacientes como personas, no como pacientes», agregó.
Treinta y tres de los 40 pacientes no pudieron expresar sus deseos por falta de conciencia, pero sus familiares lo hicieron en su nombre. Por eso y porque faltó un grupo control de pacientes y familiares que no pidieras deseos, el proyecto es «muy útil», pero «prueba poco», según opinó el bioeticista Craig Klugman,
titular del Departamento de Ciencias de la Salud de DePaul University en Chicago.
«Los autores llegan a la conclusión de que el proyecto hace algo por la persona que está por morir, pero, de hecho, apenas siete de 40 podía hablar. Es imposible atribuir algún beneficio en nombre de los pacientes».
Pero Patrick Cullinan, director médico de los servicios de cuidados críticos del Hospital Metodista Metropolitano de San Antonio en Texas, consideró que cualquier intervención que les permita a las familias sentirse atendidas es valiosa.
Los fondos del Proyecto Tres Deseos provienen de la Organización para la Investigación de la Academia de Ciencias de la Salud de Hamilton, el Capítulo Hamilton de la Fundación Canadiense de Cuidados Intensivos, la Fundación Canadian Tire (sucursal Hamilton), varios médicos y algunos familiares, amigos y colegas de los pacientes.
