Opositores al Gobierno del presidente ecuatoriano Rafael Correa protestaron el jueves en las calles en varias ciudades y bloquearon algunas carreteras para exigir rectificaciones a reformas políticas y económicas impulsadas durante su gestión.
Correa desestimó la protesta opositora y cuestionó a sus líderes frente a cientos de seguidores, que se congregaron frente al palacio presidencial para apoyarlo.
La manifestación opositora, acompañada de un paro general que tuvo poca adhesión, fue liderada por decenas de indígenas que desde la madrugada armaron barricadas con piedras, palos y neumáticos en llamas en algunas carreteras, en medio de un fuerte resguardo policial que intentaba habilitar el paso.
A los indígenas opositores se sumaron trabajadores, médicos y políticos, quienes recorrieron las principales calles de la capital portando banderas y carteles para pedir una rectificación de las políticas oficialistas, con las que -según el mandatario- busca mejorar las condiciones de vida de la mayoría de ecuatorianos.
«Hoy se juntaron todos y no han logrado absolutamente nada, cada vez son menos (…) Lo que no lograron en las urnas quieren lograr con piedras, palos y chantajes», dijo Correa ante sus seguidores.
Los indígenas forcejearon y lanzaron palos a los policías, quienes usaron gas lacrimógeno para dispersarlos. El objetivo era ingresar a las inmediaciones del palacio presidencial.
Decenas de policías resultaron heridos a lo largo de la jornada, según las autoridades.
El popular mandatario dijo temprano en su cuenta de Twitter que con esas acciones, sus adversarios «le hacen daño al país, no al Gobierno. No podemos someternos a los abusos de una absoluta minoría».
Las actividades no se paralizaron en el país y operaron con normalidad el vital sector petrolero, los hospitales, el transporte y en general los comercios y servicios.
