La vida es un viaje limitado. Por eso no tenemos tiempo para esperar a que la montaña venga hacia nosotros, tenemos que ir hacia ella. Y es que, al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.
Conocer el camino o andarlo es muy diferente. Podemos creer que lo conocemos o que somos capaces de transitarlo, pero pocos somos los que disfrutamos de la verdadera experiencia de recorrerlo y contemplar el paisaje.
Levántate de cada caída, estudia, encuentra al amor de tu vida, busca un buen trabajo, cásate, ten hijos, trabaja para sacarlos adelante, haz que sean personas de 10 y espera a que tu vida se duerma.
¿Esto es para todos? ¿Tenemos que vivir como queramos o como la sociedad espera que lo hagamos? Pues no. Dicho de otra manera, si le preguntamos a un jugador cuál es la mejor forma de jugar, nos dirá que no la hay.
Depende del momento, de la situación, de la posición de su oponente, del sentido de cada jugada, de cuál sea el contexto, etc.
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