Mi primer voto

Este 15 de mayo pasado tuve mi primera experiencia ejerciendo el deber y derecho ciudadano al voto, después de 34 años portando una cédula militar que decía en su reverso: No vota.
 
Me levanté temprano en ese día lluvioso, y sin presión alguna seguí los dictados de mi conciencia. Al acceder al recinto electoral y ver a los miembros de la Policía Militar Electoral (PME), recordé aquellas largas jornadas que en su momento me tocó realizar, supervisando recintos y resguardando el traslado de urnas repletas de votos, en una época en la cual los uniformados tenían más peso específico en la actividad político-partidista que ahora.
 
A la luz de lo que plantea nuestra Constitución, la aspiración mía y creo que de la gran mayoría de nuestro pueblo sería que los cuerpos armados fueran totalmente apartidistas, aunque hay que reconocer que los militares y policías de estos tiempos, muchos son nombrados en posiciones de mando por sus conexiones con políticos y no por méritos profesionales, aunque no hacen pronunciamientos públicos ni se ven fusiles con banderas políticas, lo que evidencia un avance democrático.
 
Partiendo de estas primeras reflexiones, y en pleno ejercicio de mis facultades ciudadanas, quisiera analizar los acontecimientos que se han ido presentando poco después de las votaciones, que como neófito en la materia y con apenas tres años siendo un ciudadano común, sin afiliación partidista alguna, pude observar con ojo crítico que al parecer aún nos faltan muchas singladuras que recorrer para manifestar con voz pregonera que las elecciones generales son una “fiesta de la democracia”.
 
En ese orden, debo manifestar que nunca tuve dudas sobre cuál sería el candidato presidencial ganador. Ahora bien, el hecho de que ministros con cartera dirigieran la campaña oficial con una propaganda tecnológica, radial y televisada descomunal, incluyendo caravanas de jeepetas lujosas cruzando charcos  en barrios marginados, dejaban claramente ver como el poder del Estado avasallaba una escuálida y mal enfocada propaganda de la oposición.
 
Este y otros hechos, nos dejan ver con crudeza que la contienda fue desigual, en donde la puesta en práctica de una estrategia de indefensión hacia los ciudadanos junto a la falta de visión de una oposición que no fue capaz de unirse para enfrentar tan poderoso oponente, dieron lugar a un escenario deprimente en donde sí han logrado ponerse de acuerdo para criticar aspectos del proceso ya pretéritos.
 
Se han encadenado, quizás sin saberlo, a artificios de políticos experimentados, que mediante convenios tácticos con partidos tradicionales, reforzaron la compacta maquinaria estatal en sus aprestos reeleccionistas, ya acostumbrada a navegar en el mar de su abundancia. A esos, solo el tiempo les dirá si acertaron o no…
 
Confieso que algunas de las situaciones que hasta ahora he podido ver me tienen algo confundido, en especial, la renuncia de tres mil técnicos, manifestada por el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Dr. Roberto Rosario, la víspera de las elecciones, así como la petición de los partidos de cambiar el conteo electrónico por el manual; siendo esta decisión, según ha reiterado el presidente de la JCE, consensuada con las organizaciones políticas reconocidas.
 
JCE y los equipos
Si en estos equipos se invirtieron más de mil millones de pesos del Estado dominicano, es decir, sacados a los contribuyentes supuestamente para evitar la incertidumbre, la cual predominó varias semanas después del certamen; yo me pregunto: ¿Qué pasó ahí?
 
En ese contexto, creo que hay que aprender a perder, pero también a competir  en buena lid, para aceptar  revisiones apegadas a la Ley Electoral, cuando existe la duda racional que debilita la indispensable credibilidad.
 
Aquí agregamos la suspicacia que generó un partido, que a nivel congresual, y sin haber realizado campaña ni tener representación, obtuvo más votos que un partido tradicional como el PRD, así como un twiter de la JCE dando una votación a un candidato con una suma matemáticamente superior en más de cien mil de las personas que fueron a las urnas en ese lugar, lo cual originó un desmentido por el relacionador público de la JCE, admitiendo un error humano en ese conteo de votos.
 
Visto este escenario, mucha gente, a las que me sumo, hubieran deseado ver al Lic. Luis Abinader reconocer el triunfo del presidente Medina esa misma noche, pero imagino que las circunstancias, sobre todo en las candidaturas congresuales y municipales, no lo hicieron posible, a pesar de que el debutante  Partido Revolucionario Moderno (PRM), quedó convertido en la segunda fuerza partidista del país.
 
En ese sentido, pongo como ejemplo las elecciones de 1986, 1990, 1994 y 2012, en las cuales políticos de alto nivel como Jacobo Majluta, Juan Bosch, Peña Gómez e Hipólito Mejía, sacrificando sus egos y compromisos, todos con porcentajes de votación cercanos al “ganador”, en muchos casos llenos de dudas, aceptaron las “derrotas” para mantener la paz de la familia dominicana.
 
No obstante, en medio de este “mal sabor”, la mayoría del pueblo dominicano entiende que la voluntad popular decidió y eligió, y que ahora le toca a los líderes de los partidos políticos corresponder esta confianza aprobando una Ley de Partidos y actualizar la Ley Electoral, a fin de que en las próximas elecciones se permita una contienda equilibrada en  igualdad de condiciones , donde el dinero del Estado ni de particulares, algunos con reputaciones oscuras, sea el ente decisivo, sino el liderazgo, carisma, reputación y programas de gobierno.
 
Con esta gratificante experiencia de mi primer voto, solo me queda esperar en Dios que el Presidente de todos los dominicanos cumpla las palabras que pronunció este 16 de mayo en “la fiesta de la victoria de su partido”- cito-: “Quiero pedirle a Dios que me aleje de la vanidad , la soberbia, la prepotencia, y la arrogancia”; junto con sus otras expresiones de tenderle la mano a la oposición para trabajar unidos por el país, reconociendo que sus adversarios políticos, no personales, representan también un segmento importante de la sociedad dominicana, sumados al aproximado treinta por ciento que se abstuvo de ir a votar.
 
Son conceptos que tomados como la definición de una política, una estrategia o un curso de acción por el Jefe de Estado, deberían ser aplicados también por la órbita presidencial, cuyos componentes están obligados a ser el reflejo de su líder, quien para la historia es quien cargará lo bueno y lo malo de su gestión, sobre todo en los tiempos donde las redes sociales mantienen un periodismo virtual, siendo difícil poder controlar el flujo de las informaciones.
 
Por consiguiente, que el eslogan peledeísta: “Avanzar en la construcción de un país con verdadera igualdad y justicia social. Un país sin exclusiones y sin discriminación, en el que los derechos humanos fundamentales y el respeto a las leyes de la República Dominicana caminan de la mano con el mismo fin: propiciar la felicidad de las personas”, sea la rosa náutica y no meras palabras propagandistas.
 
Como votante principiante, entiendo que la campaña electoral pasó y el Lic. Danilo Medina ganó. Solo queda reflexionar sobre las lecciones aprendidas para corregir errores para que no vuelvan a repetirse.
 
Además, que las entelequias políticas, esas rémoras, que todavía reciben irracionales subsidios del Estado, sean sacadas de circulación.
 
Finalmente, soy de opinión, que cualquier acción contra del gobierno nos afecta a todos, hay que luchar unidos, tirios y troyanos, remando en la misma dirección, para buscar una solución soberana y definitiva al grave problema haitiano y al excesivo endeudamiento público, así como el crimen organizado junto al flagelo del narcotráfico y la delincuencia que tienen en zozobra a los dominicanos.
 
Solo así se crearía un verdadero proyecto de nación bajo la égida de un Estado progresista, favoreciendo el bien común, donde los ideales vuelvan a ser la plataforma de motivación patriótica de los partidos, de manera que los anhelos y afanes en busca de la institucionalidad y el respeto a la Constitución y las leyes no se visualicen como una utopía, sino como la realidad producto del patriotismo, educación fomentada en valores, planificación y el trabajo honrado.
 
El auto es miembro fundador del Círculo Delta
Fuerzadelta3@gmail.com

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