El Juramento Trinitario del 16 de julio de 1838, fuente de la simbología patriótica dominicana, tiene en su cuerpo conceptual, una sentencia proverbial que reza: “(…) Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales Dios, Patria y Libertad (…)”. Esta divisa es una proclama fervorosa y nacionalista que ha perdurado en el tiempo como grito sonoro de nuestro pueblo, evocando el espíritu tricolor de la república en el pacto sagrado, indetenible e irrevocable de la sociedad secreta la Trinitaria, liderada por el más puro y noble de los dominicanos, Juan Pablo Duarte.
Dios, Patria y Libertad es el lema nacional de la dominicanidad y han sido los vocablos que acompañan en cada capítulo épico a nuestra nación. Fue está voz, que sirvió de emblema para el empoderamiento de nuestros sentimientos independentistas.
Citamos el Manifiesto del 16 de enero de 1844 “Causas de la independencia dominicana” que en la parte in fine expresa: ¡A la unión dominicanos! ya que se nos presenta el momento oportuno de Neiba a Samaná, de Azua a Monte Cristi, las opiniones están de acuerdo y no hay dominicano que no exclame con entusiasmo: Separación. Dios, Patria y Libertad. Esta misma leyenda tricolor fue el grito que antecedió al trabucazo de Ramón Matías Mella, padre de la patria, en la puerta de la misericordia, aquel inmenso e irrepetible 27 de febrero de 1844.
Estas palabras sagradas quedaron selladas en la Constitución del 6 de noviembre de 1844 en San Cristóbal, que en su encabezado reza: “Dios, Patria y Libertad. República Dominicana, en el nombre de Dios uno y trino, autor y supremo legislador del universo”. Además, en la carta magna infiere sobre la divisa patriótica, al amparo del artículo 195 que establece nuestro escudo de armas. Y continuó nuestro lema avivando el sentimiento patrio en la senda victoriosa de la gesta gloriosa Restauradora de 1863, y en cada capítulo de las luchas por la reiteración de la soberanía nacional, como en la desocupación militar extranjera de 1924, como inscripción sonora, en los sueños de gloria de la raza inmortal del junio heroico de 1959.
De igual modo, como espíritu inapagable, el lema de la dominicanidad inspiró a nuestros héroes del 30 de mayo de 1961, día de la libertad. Con ese mismo fervor de mantener la identidad nacional, estuvo presente como insignia verbal, cuando nuestros hombres y mujeres empuñaron las armas en el histórico abril de 1965.
La Constitución de la República, estatuye en su artículo 34 lo siguiente: “El lema nacional es “Dios, Patria y Libertad”. Este dictamen, es el faro de luz heroico, la llama votiva hecha letras, que motiva al buen amigo y filósofo Juan Pablo Uribe, en su condición de alumno aventajado del pensamiento duartiano, a establecer una ritualidad al concluir sus alocuciones durante los actos patrióticos que coordina, realiza y dirige la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, para conmemorar las grandes gestas que han sucedido en nuestra historia republicana y exaltar los más grandes valores que han aportado a la dominicanidad.
La primera palabra de nuestro lema nacional es: Dios, es el todopoderoso, omnipotente y omnipresente, dador de vida, en sus manos misericordiosas han estado todas las cruzadas en defensa de la dominicanidad.
El segundo vocablo es Patria, la Real Academia de la Lengua Española expresa que significa “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos históricos y afectivos” Y finalmente, la expresión Libertad, definido como la facultad y derecho individual para hacer todo aquello que las leyes no prohíben y que no perjudican a los demás, según lo establece el diccionario Prehispánico del Español Jurídico.
La idea esencial de estas líneas consiste en promover y difundir los símbolos de la dominicanidad, en esta ocasión, el sello alfabético estampado con tinta indeleble en los episodios memorables de las grandes glorias de nuestro pueblo.
Esta frase corta, identitaria y poderosa que envía un mensaje patriótico a las presentes y futuras generaciones, para que, en cada prueba, amenaza o conspiración contra la República, resuene como eco tricolor, por siempre, el lema nacional de la dominicanidad: ¡Dios, Patria y Libertad!
Juan Alberto Michel G.
Abogado




