Cápsula naval  

Arribada a puerto

Toda travesía tiene su rumbo y cada singladura su destino.

Hoy, este modesto navío arriba al fondeadero después de meses de navegación.

No lo hace solo: a su bordo viajan las voces, las miradas y la compañía de marineros fieles, y en el muelle esperan los amigos del puerto que junto a los navales siguieron la estela con paciencia y aliento.

A todos, mi gratitud sincera por el seguimiento constante a estos humildes intentos de aportes.

El ancla queda en pendura, lista para asegurar la nave en la rada tranquila, símbolo de que la singladura concluye, pero la vocación marinera nunca descansa.

Porque cada arribo no es un final, sino el inicio de nuevos vientos que tarde o temprano volverán a izar las velas para otra navegación del deber.

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