«Desaparición de la caficultura en RD: amenaza ambiental»

La transformación del uso del suelo destinado al cultivo de café en la Cordillera Central —columna vertebral de la economía productiva dominicana y de la seguridad alimentaria— representa una amenaza creciente. Esta situación está siendo impulsada principalmente por dos factores: la expansión del cultivo de aguacate en terrenos aptos para el café y la siembra de limón agrio. Ambos cultivos suelen utilizar herbicidas, lo que deteriora los suelos y contamina las fuentes de agua.

La falta de normativas claras y de políticas eficaces para proteger los acuíferos aguas abajo ha facilitado la desaparición progresiva de áreas tradicionalmente protegidas, como las cordilleras Central, Septentrional y Oriental, así como la Sierra de Bahoruco y la Sierra de Neiba, que históricamente han sido zonas clave para la producción cafetalera del país.

Aunque la Ley 64-00 de Medio Ambiente está orientada a la protección de los recursos naturales, según expertos, todo el sistema de presas en la Cordillera Central está actualmente contaminado con diversos tipos de pesticidas.

“De forma general, la situación más crítica se presenta en las sierras de Neiba y Bahoruco, territorios que han sido históricamente marginados y desatendidos”, explica Milton Martínez González, ingeniero, docente de agronomía de la UASD y miembro del equipo ambiental de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.

Las Irregularidades

Una de las principales contradicciones dentro del sector cafetalero, según explica Martínez González, está relacionada con el reglamento que dio origen al Instituto del Café. Desde su creación, dicha entidad ha sido objeto de violaciones legales. Por ejemplo, el concurso público requerido para designar a su director nunca se realizó; en su lugar, se nombró a una persona cercana al gobierno de turno.

En otro caso, incluso se designó como director a un productor de arroz, lo que pone en evidencia la falta de criterio técnico en la elección de los responsables. “Basta imaginar la diferencia entre cultivar arroz y café para entender la desconexión entre la experiencia del nombrado y las necesidades reales del sector cafetalero”.

La Crisis

El 90 % de las familias productoras de café en la República Dominicana se encuentran en situación de quiebra. Aunque en los últimos seis años ha habido un leve repunte en la producción, aún estamos lejos de alcanzar el punto de equilibrio.

En el pasado gobierno de Danilo Medina, se implementó un sistema de consulta mediante el cual se identificó material genético tolerante a la roya del café. Además, se estableció una ruta logística para el fortalecimiento del sector, aunque con ciertas deficiencias. No obstante, gracias a esa iniciativa, el país logró establecer una base genética cafetalera con la que aún contamos hoy en día.

Ahora, con la propuesta del Ministerio de Turismo en Pedernales, en la región de Enriquillo, no se observa un plan de ordenamiento productivo que se entrelace con el turismo ni que articule la Sierra de Neiva con la de Bahoruco. En este contexto, la caficultura se ve afectada por el cambio de prioridades gubernamentales y empresariales, que solo ven el turismo y las zonas francas como las locomotoras de la economía dominicana. «Pero no están pensando en los vagones, porque tenemos una caficultura que no sabe hacia dónde va», explicó el técnico.

También cree que la clave del café está en agregarle valor y crear marcas, porque aunque tenemos el mejor café, como lo tiene Jamaica, necesitamos una estrategia a largo plazo, bien financiada y con continuidad. “Es esencial una gobernanza bien definida, científica y técnica, sin vaivenes”.

Rufino Herrera, productor y presidente de Agroindustrial La Esperanza en el municipio Los Cacao San Cristóbal, comparte la opinión de que la situación actual del sector cafetalero es muy difícil, lo que ha llevado a la sustitución de la producción de café por otros cultivos como el aguacate y el limón agrio, el turismo ecológico y el motoconcho.

Explica que, aunque los precios del café en el mercado internacional han experimentado un alza, no pueden aprovechar esta oportunidad porque la producción es insuficiente para la exportación. “Lo positivo del panorama actual es que, al menos, se ha detenido el proceso de seguir talando las plantaciones.”

Baja producción

Actualmente, existen unas seis mil tareas de café sembradas, pero no están produciendo a su máxima capacidad, solo un promedio de 80 libras por tarea. La Asociación de Caficultores La Esperanza está conformada por 250 productores, aunque en el municipio el número total asciende a 500 productores.

En gran medida, los productores dependen del financiamiento gubernamental. Sin embargo, después de que el Banco Agrícola adoptó sus servicios a las normas prudenciales, los requisitos para otorgar préstamos a los productores se volvieron más estrictos. Estos requisitos implican obligaciones burocráticas que la mayoría de los caficultores no pueden cumplir, ya que muchos no poseen títulos de propiedad.

Las razones son simples: casi todos han recibido las tierras por herencia, las cuales fueron repartidas entre diferentes miembros de una familia, sin haber realizado el deslinde, lo que ha sido una limitación para acceder a los préstamos.

El financiamiento con el que sí cuentan los agricultores es muy costoso, ya que se trata de préstamos con tasas de usura, que alcanzan hasta un 10%.

Compartir esta publicación:

WhatsApp
Facebook
X
LinkedIn
Pinterest