El poder del arte y la cultura

Homero Luis Lajara Solá

“Acostúmbrate a ganar en silencio y dar ayuda en el anonimato. La primera aleja la envidia, y la segunda te llena el corazón”. —Morgan Freeman

En el 2° aniversario de su partida (29 de abril de 2023) y este 23 de mayo el 92° aniversario de su nacimiento, doña Monina Solá —mi inolvidable progenitora—, es una estrella fulgurante de la historia del teatro dominicano.

Ella representa más que un icono de la actuación; es la encarnación de la dedicación y el amor por el arte en su sentido más puro. Su presencia en los escenarios fue siempre un acto de entrega y compromiso con su país, mostrando a través de cada personaje la importancia del teatro de altura como herramienta transformadora de la colectividad.

Ésa primerísima actriz, con su magistral interpretación y su capacidad de transmitir emociones, nos recuerda que el teatro, así como otras manifestaciones artísticas, es la vía para entendernos mejor y construir un mundo más humano.

La importancia de la cultura y las bellas artes en la formación de las sociedades es un concepto tan añejo como el propio teatro.

Sófocles, dramaturgo de la Grecia antigua, entendía esto de una forma profunda. En sus tragedias, abordaba temas como la justicia, la responsabilidad y la lucha del ser humano contra el destino, permitiendo a sus espectadores reflexionar sobre cuestiones éticas y morales.

La sabiduría, a través del arte, se convierte en un espejo donde la sociedad puede ver sus virtudes y defectos, sus esperanzas y sus temores. Monina Solá usó su arte para desafiar, para cuestionar y para invitar a su público a mirar de cerca su realidad.

A lo largo de los siglos, esa memoria compartida ha sido el puente que conecta a los individuos con el conocimiento colectivo, una especie de contrato social implícito que nos recuerda quiénes somos y hacia dónde vamos.

José Ortega y Gasset entendía esa visión del mundo como algo más que el simple conocimiento académico; la veía como un proceso vivo, como una construcción que permite al ser humano dar sentido a su existencia y ubicarse en el orbe.

La influencia de figuras como doña Monina Solá no se limita solo al entretenimiento o al placer estético; es una ascendencia que moldea conciencias, que siembra valores y que inspira a las nuevas generaciones a seguir el camino de la decencia, el respeto y la integridad.

Fortalecer los renglones artísticos es asegurar que los dominicanos encuentren en ellos una guía con la cual orientarse para desarrollar una ciudadanía comprometida, participativa y responsable. Esa fuerza civilizadora tiene el poder de elevar el espíritu, de expandir los horizontes mentales y de hacernos mejores personas.

Cada obra de teatro, cada pieza musical, cada película con mensaje, cada expresión artística, contiene en sí misma una lección de solidaridad y compromiso social que trasciende el tiempo y el espacio.

Un país sin identidad es un barco sin timón que carece de herramientas para enfrentar sus propios desafíos.

Monina Solá, una leyenda del teatro dominicano, no solo interpretó personajes en el escenario, sino que también encarnó la esencia de la dramaturgia como canal de transformación social.

Su legado debe inspirar, sobre todo a la mujer dominicana, a seguir luchando por una sociedad progresista, donde nuestras actrices y actores ocupen el lugar preponderante que merecen, donde la ciudadanía en general, pueda encontrar en ellos una guía para cultivar valores cívicos.

Siguiendo su ejemplo y las enseñanzas de aquellos pensadores que han fomentado el poder del arte y la cultura, aseguramos que el futuro de la República Dominicana esté en manos de personas—Estado y sector privado— más comprometidas, educadas, conscientes y, sobre todo, llenas de humanidad.

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