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15 años y un hito histórico militar

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Este 27 de febrero se cumplen 15 años de la llamada telefónica que me hizo el entonces contralmirante Luis R. Lee Ballester (2009), mientras me encontraba caminando en el Jardín Botánico de Arroyo Hondo-víspera del desfile del 27 de febrero-, junto a mi hermano de la vida Marcos Reyes Mora (EPD).

Ese fue el inicio de un hito histórico, de un hijo que, a los 48 años edad, iba a ocupar la jefatura de Estado Mayor de la Marina de Guerra- hoy Comandante General de la Armada-, emulando a su padre, quién anteriormente ocupó esa posición a los 33 años de edad; siendo este el primer caso en la historia de las Fuerzas Armadas dominicanas, desde su fundación en el año de 1844.

Esta remembranza, con la madurez de los años, me hace sacar a colación la importancia de completar un ciclo profesional, iniciando con la insustituible formación, desde las inicios en “el alma mater”, la Academia Naval.

Revisando mi bitácora personal, me retrotraigo a inicios del año de 1985, cuando se me designó para prestar servicios en la dirección de inteligencia de las Fuerzas Armadas (J-2), en el entonces “codiciado”, Aeropuerto Internacional de las Américas, por los beneficios marginales que esa posición implicaba.

Con un propósito firme, para sorpresa de la mayoría, decidí conversar con un oficial superior amigo para intentar, con sumo cuidado, revertir ese traslado, solicitando la alternativa de ser tomado en cuenta para un curso de capacitación en los EE. UU.

Esa decisión, en el momento oportuno, rechazando con habilidad un puesto remunerativo, me abrió las compuertas para varios viajes de estudios, bajo el programa del Grupo Consultivo de Asistencia Militar Norteamericano (USMAAG), culminando mi periplo académico con broche de oro en la prestigiosa Universidad de Guerra Naval, en Newport RI.

Este es un testimonio que espero le sirva a algún joven oficial o de otras profesiones, que necesite luz para continuar el necesario proceso para progresar con dignidad, en vez de una posible “desconfiguración profesional” que jamás se compensaría ni con todo el oro del mundo.

Espero que los oficiales profesionales, al concluir su carrera, puedan expresar lo que comenté en febrero del 2011, al ser relevado del mando de la Armada, cumpliéndose lo estipulado en la Ley Orgánica: “dejé las cosas mejor que como las encontré…espero que sigan mejor que como las dejé”.

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