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Otra crisis que pone al PLD al filo de la extinción

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Por: J. Alexander Pérez

El Partido de la Liberación Dominicana se encuentra sumido en una profunda crisis institucional, política y de liderazgo, que pudiera arrastrarlo a un proceso de insostenibilidad social irreversible.

Esta organización tuvo que afrontar pruebas de fuego como la crisis que se generó tras la derrota electoral del 1990. Connotadas figuras, incluso de sus fundadores, lo abandonaron para cerrar filas en otras organizaciones, principalmente en el Partido Revolucionario Dominicano.

Figuras como Vicente Bengoa, Nélsida Marmolejos y otros, abandonaron ese partido, que pudo mantenerse gracias al fuerte liderazgo que ejercía su líder histórico el profesor Juan Bosch.

Aunque justo es reconocer que la situación de crisis se inició cuando el propio Bosch escogió como su compañero de boleta al empresario de Santiago, José Francisco Hernández, pero la situación se pudo aguantar por las posibilidades reales de ganar las elecciones que mostraron las encuestas.

A raíz de esta crisis, el partido morado no pudo levantar la bandera de la unidad, y hubo que preparar al profesor Bosch para que repitiera como el candidato presidencial en los comicios del 1994, sin importar los serios problemas de salud que ya tenía y que limitaron su operatividad en la campaña.

El 17 de mayo del 1994 la frustración nubló por completo al partido de la estrella amarilla; su militancia quedó abatida y sin esperanzas de sobrevivir como partido. No obstante, al convocar a elecciones para dos años después, es decir para el 16 de mayo del 1996, y frente a los serios problemas que ya afrontaba el extinto ex presidente Joaquín Balaguer, los peledeístas se animan y cifran sus esperanzas, en un porvenir incierto.

Leonel Fernández arrolla en las primarias internas de este partido y se impone con el 97 por ciento de los votos frente a dos figuras de la talla de Norge Botello y Euclides Gutiérrez Félix, y de pronto en el PLD surge una luz al final del túnel que eleva la esperanza en una militancia que de por sí estaba de “brazos caídos”.

Con el triunfo de Leonel Fernández en las elecciones del 1996 el fantasma de la división y la extinción desaparece del PLD, y por el contrario, desarrolla tentáculos tan poderosos, que sale del poder en el año 2000, es seriamente cuestionado, y aun así se constituye en un fenómeno político imparable.

Otra vez, con Leonel Fernández a la cabeza se impone con el 57 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales del 2004; dos años después derrota en forma aplastante a la llamada “Alianza Rosada”, que integraron el PRD y el PRSC, para intentar pararlo en las elecciones de medio término del 2004, logra 22 senadurías y una mayoría significativa de los cabildos.

Este largo ejercicio del poder y las debilidades de cohesión que tenía el PRD, en ese entonces la principal fuerza de la oposición, llevaron la lucha entre partidos, a intra partido; es decir, líderes medios que creyeron podían imponer una candidatura presidencial a su manera, comenzaron a disparar sin contemplaciones contra Leonel Fernández, a la sazón Presidente de la República y líder indiscutible de ese partido.

Germina la nueva semilla de la confrontación intra partido, cuando en el 2008 Danilo Medina enfrenta en forma virulenta el proyecto de reelección de Leonel Fernández, quien se impone en forma cómoda en las primarias internas, pero las tensiones en vez de amainar se fortalecen y ponen en riesgo la unidad interna.

Como forma de mantener dicha unidad, Fernández convoca a los probables aspirantes presidenciales a una reunión en su residencia y les expresa que pueden promover sus aspiraciones, pero sin poner en riesgo la buena marcha de las instituciones que tenían bajo su responsabilidad, porque él no volvería a buscar una repostulación en el cargo.

La crispación interna sigue tomando cuerpo a lo interno del partido morado. Sin embargo, Danilo Medina se impone como candidato a las elecciones del 2012 y Leonel Fernández se convierte en su principal columna de campaña, a tal punto, que en un viaje en Nueva York dijo que dispondría de RD$42,000 millones para que su compañero gane las elecciones.

A pocas semanas del triunfo de Medina en la contienda, se desata una dura persecución contra Fernández, primero a través de elementos de la llamada: “sociedad civil”, luego Temístocles Montás entra al ring acusándole de la crisis cuasi fiscal que se había generado por el desplome del Baninter.

Medina, ya siendo presidente también sube al ring y dispara contra Fernández, señalando que le había dejado una maleta de facturas, de ahí surge una dura crispación a lo interno del partido que lideró el profesor Bosch, de la cual no se ha podido reponer hasta hoy.

La crisis llegó a su clímax a raíz de las primarias para elegir al candidato presidencial del 2020, cuando se produjo un fraude electoral a través de un algoritmo, que impuso como la oferta electoral al ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, esto provocó la fracción de esa organización, porque Fernández marchó con sus seguidores y forma el partido Fuerza del Pueblo.

El PLD sufrió una aplastante derrota en los comicios del 2020, el pueblo le dio las espaldas, y Luis Abinader gana las elecciones en la primera vuelta electoral; el PLD ocupa la segunda posición y la Fuerza del pueblo en el tercer lugar.

El peledeísmo duro (o el PLD del 1994) sigue a Leonel Fernández a este nuevo proyecto político, que unido al fuerte liderazgo de un hombre que fue presidente de la República en tres ocasiones, marca en poco tiempo una superioridad evidente que le convierte en líder de la oposición.

Importantes figuras del peledeísmo comenzaron a señalar a Fernández como el candidato para retornar al poder, incluso por encima de la propia oferta electoral que votaron en la llamada “consulta” que hicieron en el mes de octubre pasado. Que, junto a la debilidad de ambos partidos de ganar algunas alcaldías y puestos legislativos, entendieron que podían alcanzar pactando un acuerdo electoral que uniera sus fuerzas en las distintas provincias y municipios.

A pesar que tiene ocho meses como candidato, Abel Martínez aún tiene las simpatías por debajo de la marca PLD; no luce como un líder carismático, sino como un invento electoral; su discurso es completamente vacío y lo rellena con frases cohetes que no ha podido pegar.

Esta situación provocó que una parte de los dirigentes, que piensan en frío, en medio de la tormenta, promovieran una alianza con la Fuerza del Pueblo y ganar algunas alcaldías y puestos en el Congreso Nacional, que garantice la supervivencia de este partido, más allá del 16 de agosto del próximo año.

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