Reino Unido, paralizado ante la mayor ola de calor en su historia

El Reino Unido vive una ola de calor histórica, con temperaturas a las que pocos de sus ciudadanos están acostumbrados. Gran parte del transporte público, y sobre todo de las líneas de ferrocarril, han reducido drásticamente sus servicios. Las autoridades han pedido a los ciudadanos que disminuyan al mínimo su actividad, eviten viajar, permanezcan en interiores durante las horas más calurosas y procuren trabajar desde casa.

Por primera vez en la historia, se había registrado en un punto de Inglaterra una temperatura superior a los 40º. Había sido en Heathrow. Exactamente, 40,2º. Exactamente, a las 12.50 (13.50, hora peninsular española). El récord anterior lo tenía la localidad de Cambridge, cuando alcanzó en 2019 los 38,7º.

En la localidad de Wennington, al este de la capital metropolitana pero todavía dentro del llamado Greater London, han tenido que acudir hasta 15 brigadas del departamento de bomberos unos cien operarios para sofocar una serie de incendios en viviendas colindantes, presuntamente provocados por las altas temperaturas.

El alcalde, Sadiq Khan, ha declarado el fuego “incidente mayor”, para poner en marcha medidas extraordinarias de respuesta, y ha señalado que los bomberos se hallan sometidos a una “inmensa presión” en las actuales circunstancias. En zonas de matorral y bosque bajo cercanas a la capital también han saltado incendios. En el condado de Croydon, al sur de Londres, unos 25 bomberos intentaban sofocar las llamas en el parque de Shirley Hills.

Al este, en Upminster, otros 175 bomberos luchaban por hacerse con el control del fuego desbocado en la zona de alto matorral de Pea Lane.
En el condado de Kent, 12 camiones de bomberos acudían a apagar el incendio en la zona boscosa de la localidad de Dartford.

La Oficina Meteorológica y la Agencia para la Seguridad Sanitaria del Reino Unido emitieron la semana pasada una alerta roja, equivalente a una emergencia nacional, para este lunes y martes.

Si durante el primero de los dos días el país comenzó a reducir su actividad a niveles mínimos, el segundo ha sido ya de parálisis casi completa, con unas temperaturas a las que muy pocos británicos están acostumbrados. Apenas cuatro de las múltiples líneas de metro y cercanías de la ciudad de Londres cuentan con aire acondicionado. Un recorrido, el pasado lunes, por la línea Bakerloo, desde Baker Street hasta Embankment, a las puertas de la City londinense, era una experiencia casi aterradora, con unos vagones que se convertían, estación tras estación, en hornos en los que permanecían atrapados viajeros ―muchos de ellos, turistas con la guardia baja―, aplastados en sus asientos.

Las cifras de pasajeros registradas este martes por Transport for London, la compañía municipal que gestiona el transporte público en la capital, habían experimentado un descenso del 30% respecto al mismo día de una semana antes. Aun así, más de un millón de personas se habían montado en el metro, en cercanías o en algún autobús hasta las diez de la mañana (una hora más en la España peninsular.

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