«Quien sabe resolver las dificultades las resuelve antes de que surjan. El que se destaca en derrotar a sus enemigos triunfa antes de que se materialicen sus amenazas». Sun Tzu
A través de los años, la seguridad ha sido considerada por el hombre como el factor que determina el normal desenvolvimiento de su entorno inmediato y más allá de este.
Sentimiento este que está presente desde el inicio de la civilización en el mundo, es tan antiguo como la humanidad pensante, las sagradas escrituras registran el afán del ser humano por conseguir espacios libres de actividades contrarias a la paz y tranquilidad.
El decurso de la historia lo demuestra, la transformación de las sociedades, el advenimiento del globalismo, el uso intensivo, tal vez desmedido de las tecnologías de la comunicación así como la combinación de mercado y oportunidad en materia de relaciones comerciales y sobre todo, la lucha del hombre por competir en todos los escenarios, son solamente algunos de los factores que han convertido lo que una vez fuera su hábitat natural, de convivencia en paz, en un verdadero mar de inseguridad, fruto de la criminalidad, el tráfico de sustancias psicotrópicas, la trata de personas, la transnacionalización del crimen, los delitos de alta tecnología y todo lo que ello trae consigo.
Cada vez más se incrementa y complejiza la criminalidad y los niveles de inseguridad en las sociedades, por cuanto los Estados han debido propiciar iniciativas tendentes a manejar de forma adecuada dichos problemas los cuales se tornan cada día más complejos y difíciles de enfrentar y básicamente, sintonizar con las diferentes instituciones a través de la estructura denominada directiva de seguridad, que no es más que el conjunto de entidades civiles y militares de una nación, tras un objetivo común: eliminar la violencia, el delito y todas sus manifestaciones