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La Policía del milenio

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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“Y aunque nazcan borrascas de insidia, mancillando su honra y honor, seguirá su desvelo y vigilia, por su pue­blo, su patria y pendón”.
-Fragmento del himno de la Policía Nacional-

La comisión conformada recientemente por decreto del Poder Ejecutivo para la reforma de la Policía Nacional, compuesta por personas de prestigio, debe entender que la PN post Trujillo en la Guerra Fría, tenía la misión de evitar que el país se convierta en otra Cuba, cumpliendo tareas represivas, en­frentando las amenazas del comunismo y los intentos de derrocar al gobierno del doctor Joaquín Balaguer (1966-1978).

En diferentes sectores nacionales se ha opinado sobre la reforma policial, incluyendo asesores internacionales, con recomendaciones que se cree son las más efectivas para que contemos con una policía actualizada. Para alcanzar esa meta hay que consultar con dominicanos de experiencia en seguridad pública, comenzando con ex jefes de policía “calificados” y otros oficiales de luces.

Es fundamental seleccionar líderes policiales con el perfil que ameritan las circunstancias , comenzando con su director general, quien al tener el mando directo, es el motor de propulsión y ente motivador que orienta el rumbo a seguir; después, el inspector general, responsable de la indispensable disciplina y de supervisar el comportamiento de sus componentes en los actos del servicio; en ese orden, el director de asuntos internos, quien debe vigilar a fondo el comportamiento de todos los miembros de la institución, dentro y fuera del servicio, observando los estilos de vida en función a los ingresos recibidos, ya que la corrupción es el germen que permea los procesos. Así, sucesivamente, se va conformando el cuerpo de generales, los necesarios, en consonancia con las misiones, con calidad profesional, moral y un aval que inspire respeto, autoridad y confianza.

En el proceso de reforma integral de la PN, procede estudiar los pensums de las academias y centros de instrucción, para su actualización con las misiones policiales del momento, con el respaldo de instructores élites con capacidad, experiencia y que respondan con el buen ejemplo ante esos jóvenes que inician la importante formación primaria.

Las estadísticas son esencia­les como orientación del desempeño de los comandos a nivel nacional, ya que identifican la frecuencia y los tipos de crímenes y delitos más comunes, como diagnóstico de las medidas a tomar.

En este proceso, el narcotráfico con sus derivados microtráfico y sus puntos de drogas, ha contaminado la policía, donde la mayoría de sus miembros son servidores públicos ejemplares. El comportamiento indigno de unos pocos ha influido de manera negativa en la percepción que tiene parte de la sociedad de la institución, donde los malos policías se acostumbraron a recibir dádivas del bajo mundo, erosionando las estructuras que venían flaqueando desde la Guerra Fría, infectando parte de la oficialidad joven -el mando del futuro-, que aprende erróneamente a ver la corrupción como supervi­vencia.

La República Dominicana en su creciente desarrollo económico ha arrastrado todo tipo de crímenes y delitos que hace tiempo se han ido de las manos de las autoridades. Los departamentos investigativos y de prevención, con sus honrosas excepciones, se dedicaron a ser satélites de esos males. La falta de sanción, incentivó la falsa creencia de que no era necesario ser honestos, sino insertarse con los malos disfrazados de gris, políticos en el poder y otros individuos de dudosa reputación, con sus cómplices mediáticos, para alcanzar la estabilidad económica y lograr los puestos más codiciados en la institución del orden.

Muchas veces, el “mérito y la constancia en el servicio” se han convertido en obstáculos para alcanzar las metas profesionales. Y es que el mal policía es parte de una cultura que, por comisión u omisión, muchos la han aceptado, por lo que echarle la culpa al policía de estos males y estigmatizarlo como un recurso humano inservible, es injusto.

Toda persona sensata entiende que alrededor de medio siglo con un estilo, no se resuelve de la noche a la mañana con una comisión de notables, aunque desde sus inicios cuente con expertos en el área y entienda que únicamente desde adentro, con la debida supervisión , creando conciencia, comenzará el verdadero renacer de la institución policial que todos esperamos, con policías honestos, orgullosos, bien entrenados, recibiendo sueldos decentes y con la seguridad social de sus familias resuelta.

Experiencias de países similares al nuestro, como el caso de la guardia civil española y la policía colombiana, son herramientas operativas y tecnológicas que hace tiempo han estado a nuestra disposición, pero lamentablemente, la corrupción y la desidia han influido hasta en la designación de un agregado policial para servir de enlace efectivo con pro­gramas de ayuda desde esas naciones a la República Dominicana.

Sobre países como los Estados Unidos, nuestros aliados naturales por la relación comercial, sus intereses esta­ban por encima de los objetivos nacionales dominicanos e influyeron notablemente en nuestros esquemas de seguridad pública y ahora tienen graves problemas a lo interno, como el racismo y la cultura del arma de fuego.

La asesoría de alto nivel USA en aspectos de tecnología, por ejemplo: cuando se detenga un vehículo sospechoso y se pueda identificar al conductor y procedencia del mismo; la capacitación de la policía científica, para el manejo de evidencia como el ADN y su uso en el proce­so legal, entre otros aspectos, sería ideal.

En el ámbito jurídico, los jueces y fiscales deben ser conscientes y no desautorizar a los policías profesionales que llevan el debido proceso en el marco de las leyes.

El agente del orden debe confiar que actuando en el cumplimiento de su deber, arriesgando su vida, no va a ser víctima del populismo del momento y terminar en prisión.

Finalmente, la policía del milenio debe contar con una Ley Orgánica que sea para estricto cumplimiento y su estructura respetada a lo interno y por la voluntad política, sobre todo en los renglones de ascensos, desig­naciones, retiros y dignidad humana, bajo el faro de la institucionalidad.

En su esencia, una reforma policial eficiente y eficaz debe motivar a los policías, explicándoles las bondades y beneficios de la misma, bajo la jerarquía y control estatal, con el necesario apoyo externo: técnico, legal, psicológico, entre otros.

Homero Luis Lajara Solá
Independiente
Santo Domingo, RD

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