Lo decía el profesor Gonzalo Díaz Meneses en un reciente artículo publicado en The Conversation: “Para la antropología, saludarse es una costumbre, una conducta socialmente aceptada en una gran mayoría de civilizaciones. Un psicólogo podría añadir que muchas veces saludarse es saludable porque genera alegría, fortalece los lazos de la comunidad y nos convierte en miembros de un grupo expresivo”.
Sin embargo, en tiempos de coronavirus lo saludable ha resultado relegar estos afectos -los besos, los abrazos y los apretones de manos- a un forzoso segundo plano para preservar la salud pública. ¿Hasta cuándo? Solo el tiempo lo dirá, aunque la ausencia de una vacuna para la Covid-19 lo hace complicado, al menos, por el momento.
¿Cómo ha cambiado la forma de saludarnos desde que la pandemia hizo acto de presencia en nuestras vidas? La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido muy precisa desde el inicio en este aspecto, recomendando evitar el contacto físico entre las personas y mantener la distancia de seguridad de al menos un metro con otros. En su página web insiste: “Los virus respiratorios pueden transmitirse al darse la mano y tocarse los ojos, la nariz y la boca. Es mejor saludar con un gesto de la mano, una inclinación de la cabeza o una reverencia”.
El cambio de costumbres, pues, se hace necesariamente obligado. Solo que mientras en muchos países occidentales todavía puede costar adaptarnos a ellas una vez comenzada la desescalada – en Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos o España, por ejemplo, estrechar las manos, abrazar o besar formaban parte de las rutinas diarias hasta el confinamiento- en los países orientales los ‘saludos distanciados’ eran ya la costumbre.
Así pues, una leve inclinación o juntar las manos como en el rezo son formas habituales de saludarse en Tailandia, Corea y Japón. En Tailandia también se utiliza el ‘wai’, que incluye ambas cosas. Y en la India está el tradicional saludo ‘namasté’ que ha sido utilizado durante la pandemia por personalidades como Donal Trump, el príncipe Carlos de Inglaterra y, claro está, el presidente indio Narendra Modi.
En la actual situación en la que el virus afecta a un total de 195 países en todo el planeta, ha obligado a confinarse a un tercio de la población, ha contagiado a casi cuatro millones y medio de personas y se ha cobrado ya casi 300.000 vidas, el distanciamiento físico -que no social- y la limitación del saludo a aquellos que no requieran tocarse, se hace más que necesario.
La propia Sylvie Briand, directora de pandemia de la OMS, compartía el pasado mes de marzo en su perfil de Twitter diferentes alternativas al apretón de manos como golpes en codos, agitar las manos o el choque de pies.