Esto tiene tiene una explicación y un “culpable”, su nombre es Lauril Sulfato de Sodio (LSS), un compuesto que contienen las pastas dentales y cumplen la función de producir la espuma durante el cepillado.
Esta sustancia inhibe el paladar afectando por varios minutos el sentido de los sabores, sobre todo cuando se trata de algo dulce.
Nuestra lengua posee alrededor de 10 000 papilas gustativas encargadas de reconocer los distintos sabores: dulce, amargo, salado, etc., por lo que las moléculas de los alimentos se distribuyen para que estas identifiquen cada sabor.
Compuestos como el LSS evitan que las sustancias que nos proporcionan el sabor dulce entren en contacto con los receptores del gusto, evitando así que experimentemos este sabor. Además el LSS incrementa incrementa el sabor amargo. Por ello, mientras más dulce es un alimento, peor sabor puede tener luego de lavarnos los dientes.
Afortunadamente, esta sensación no dura más de 30 minutos, por lo que lo aconsejable es esperar ese lapso para no experimentar sabores desagradables. Los receptores del gusto en la lengua se renuevan cada media hora, así que los efectos de la pasta de dientes desaparecen en ese tiempo. (I)