Colombia cumple diez días entre la incertidumbre por las protestas que comenzaron como un reclamo sindical y se convirtieron en un movimiento popular en las calles y la expectativa de un diálogo con el Gobierno para retornar a la normalidad.
Las manifestaciones marcaron un punto de inflexión en la sociedad colombiana, poco acostumbrada a hacerse sentir, pero que en esta ocasión se volcó a las calles de Bogotá y grandes ciudades para sumarse a la presión al Gobierno del presidente Iván Duque, un mandatario que en sus discursos y actuaciones recientes ha mostrado una desconexión con la realidad.
En los días previos al 21 de noviembre, cuando comenzó la protesta, el Gobierno intentó quitar hierro a las exigencias de las centrales obreras con el argumento de que no había presentado al Congreso las reformas laboral y de la seguridad social, base del malestar popular, y lo mismo con los otros puntos de las peticiones, pero no hubo diálogo directo para tratar de llegar a un acuerdo.