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Lecciones de liderazgo entre Jesús y Herodes

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El sabio chino Confucio solía decir: “El buen líder sabe lo que es verdad; el mal líder sabe lo que se vende mejor”. Con esta expresión el pensador oriental nos hace entender que el buen líder no es aquel que se dedica a manipular a los demás para preservar su imagen y su poder, sino aquel que se pone al servicio de lograr el bienestar de quienes lidera, aun a pesar de que algunas decisiones podrían perjudicarle.

Precisamente, estas frases llegaron a mi mente en la homilía del 24 de diciembre al celebrar la conmemoración el nacimiento del Niño Jesús, acontecimiento que marcó la historia de la humanidad en antes o después de Cristo. De este sermón podemos extraer interesantes diferencias entre dos tipos de liderazgos: el de un líder bueno y un líder malo, personificados en el Niño Jesús y Herodes El Grande.

Ese buen liderazgo lo encontramos en Jesús, quien siendo el mismo Dios e hijo de un Rey pudo haber elegido nacer en un suntuoso palacio, pero eligió nacer en un humilde establo. No obstante, este modesto escenario le daba la facilidad de ser accesible a todas las personas del pueblo sin importar su condición social, económica o política, tanto es así, que fue encontrado de todas maneras por los tres sacerdotes eruditos de Oriente.

En efecto, si Jesús hubiera nacido en un palacete, los humildes no lo hubieran conocido, tan solo algunos privilegiados de las élites y otros pocos afortunados, quienes hubieran tenido que buscar algún pase “VIP” para poder conocerle, de esta manera se habría perdido ese gran liderazgo entre esa lujosa vida.

De manera que, la forma de crear este sólido liderazgo fue interesante, pues siendo grande por ser hijo de un rey, se hizo pequeño ante los demás; siento tan poderoso por ser el hijo de Dios, se hizo frágil en la figura de un niño recién nacido; en vez de nacer en la opulencia por su descendencia divina, prefirió nacer en el lugar más humilde posible en su condición humana; y no obstante todo esto, le bastaron 33 años para forjar un liderazgo de tal dimensión, que su influencia derrotó los más poderosos imperios de su época hasta nuestros días, y se erigió sin lugar a dudas como el líder más trascendental de todos los tiempos.

En cambio, el rey Herodes El Grande es su antítesis. El historiador judío Flavio Josefo, en su obra “Antigu¨edades judías”, describió el reinado de Herodes como despótico y carente de escrúpulos, hecho que quedaría demostrado desde el inicio de su mandato como monarca de Judea al traicionar a su antiguo rey Hircano, quien fue mentor y protector tanto de él como de su padre Antípatro, a quien luego de engañarle lo mandó a ejecutar junto a la nieta de éste, Mariamne I, quien era a la vez la esposa del mismo Herodes.

Por ejemplo, datos históricos han descrito que Herodes utilizó su policía secreta para vigilar e informarse acerca de los sentimientos que su pueblo tenía sobre él, que intentó prohibir las protestas, y también hay evidencias de que eliminó a algunos opositores por la fuerza. El mayor ejemplo de esto lo encontramos en el asesinato de todos los niños menores de 2 años con el solo objetivo de aniquilar el probable liderazgo de alguien que sería en el futuro un gran líder: Jesús.

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