En las noches oscuras y de frío llegamos a casa con un único deseo: darnos un baño bien caliente y meternos en la cama. En los meses calurosos, lo que más desearíamos para refrescarnos es darnos una ducha fresca, mejor todavía si es con un gel de ducha que huela a menta y lima. Es más, si pudiéramos, nos ducharíamos varias veces al día. Pero esos deseos ¿son buenos para el organismo?
“Ducharse varias veces al día reseca la piel”, asegura la alemana Bernadette Eberlein, dermatóloga en una clínica especializada de Múnich, Alemania. “En el peor de los casos pueden salir eccemas”, advierte.
Entonces, ¿cuál es la medida justa? Eso depende de cada tipo de piel. “Si una persona ya tiene la piel seca, ducharse una vez por día puede ser demasiado”. Pero en los meses de calor esta contraindicación puede ser fatal. Para muchos la ducha es parte de su rutina diaria y puede que no nos sintamos muy cómodos si un día tenemos que renunciar a este placer.
Para evitarlo, lo que podemos hacer es prestarles atención a los productos que utilizamos al ducharnos. Para empezar, vale la pena pensar si realmente necesitamos todo lo que usamos, porque si bien el agua ya de por sí daña la barrera de la piel, el efecto se ve reforzado por los geles y jabones, que dañan los lípidos que protegen el cutis, explica Eberlein.
A las personas que se duchan mucho se les recomienda no utilizar ese tipo de geles y, en todo caso, elegir un desodorante perfumado al finalizar. La transpiración y el polvo también pueden limpiarse simplemente con agua. “Es suficiente si utilizamos algún producto suave ‘en las zonas críticas’ como las axilas, los pliegues de la cola, las ingles, los pies y debajo de los pechos en algunas mujeres”.
Lamentablemente hay una regla que en el caso de la ducha suele confirmarse: lo que divierte no es sano. “Los geles no deberían tener ni aroma, ni color, ni conservantes. Son mejores los tensoactivos”, explica Adler. “No hacen espuma y tampoco brillan al aplicarlos, pero resecan menos la piel y protegen el manto ácido”.