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Relaciones diplomáticas con China: Una decisión “cocorícamo”

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“La única forma segura de éxito es saber todo lo que puedas acerca de lo que haces”.
-Donald Trump-

Cuando el Gobierno dominicano sorpresivamente anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China desarrollé un análisis sobre esa decisión, que esbocé en la reunión semanal del Círculo Delta que, como es sabido, somos una agrupación apartidista en la cual se plantean enfoques para la reflexión, análisis y discusión de temas sociopolíticos de las sociedades actuales.

Aquel jueves 3 de mayo les decía a mis compañeros de contertulias, que la decisión del gobierno había sido económicamente correcta, políticamente aceptable, en el momento inoportuno, geopolíticamente poco ponderada, e inapropiada en la forma de hacerlo. Por prudencia, decidí no escribir mis ponderaciones para dar tiempo a que se desarrollaran los acontecimientos que veía en el horizonte, siempre guiado por el buen sentido y alejado de prejuicios y pasiones.

Explicaba en aquel momento, que la decisión fue económicamente correcta en razón de que aquella nación asiática es la segunda economía global, la líder mundial en producción industrial, en poder adquisitivo y de más rápido crecimiento planetario por casi 40 años; además, nuestra economía necesitaba urgentemente una transfusión financiera sostenible debido al peso de una obesa deuda externa que amenazaba la estabilidad macroeconómica.

Fue políticamente aceptable dentro del marco de las relaciones amistosas con uno de los actores de la escena mundial más poderoso, pero realizada en el momento inoportuno, pues en esa fecha Estados Unidos de Norteamérica, que es nuestro socio comercial y estratégico más importante, se encontraba en el momento más álgido dentro de una guerra comercial con China Popular.

No olvidemos, ni mucho menos pasemos por alto, que el presidente norteamericano Donald Trump primero es empresario que político, y su mayor objetivo es devolver el poderío económico a su nación. De manera, que no hay nada más que le duela a un empresario que perder un negocio, o que alguien interfiera en ello.

Continuaba analizando en mi comentario Delta, que la forma de hacerlo fue inapropiada, debido a que la sorpresiva ruptura de relaciones con nuestros buenos amigos de Taiwán, luego de 77 años de relaciones diplomáticas, ellos se enterasen por la prensa, y peor aún, después del gobierno dominicano haber recibido cuantiosas donaciones para la instalación del promocionado Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad 911 y para el vital equipamiento de las Fuerzas Armadas en la vigilancia de la zona fronteriza.

Expliqué lo anterior con la siguiente analogía: es como un caballero con poca fortuna que contrae matrimonio por mutuo consentimiento con la más pequeña de dos hermanas, pero en ese momento la más adinerada, y que luego de muchas décadas de excelente unión matrimonial y ayudas de todo tipo, por razones tal vez comprensibles, el caballero decide divorciarse en secreto absoluto sin que haya ocurrido entre ellos ningún motivo de conflicto, para luego casarse con la hermana mayor, tan solo porque esta ya es más próspera, de lo cual se entera su antigua esposa por las noticias del periódico.

Esta acción, sin ánimos de afectar susceptibilidades, deja muy mal parada la imagen de la diplomacia dominicana ante los demás países con quienes mantenemos relaciones diplomáticas, pues podrían deducir que a ellos les podría un día amanecer con una “decisión sorpresa” parecida.

Planteaba, además, que la referida decisión geopolíticamente era poco ponderada, pues podría poner en peligro la estabilidad regional en nuestro hemisferio en el futuro próximo, ya que le estaban dando a China Popular la gran oportunidad del establecimiento de bases multimodales estratégicas en las propias narices de Estados Unidos.

Me explico
Históricamente, desde el mismo nacimiento del imperio chino por Qin Shi Huang en el 221 a. de C. hasta la última década, China había sido una nación grande, poderosa, en ocasiones militarista pero nunca expansionista, pero bajo el vigoroso y sólido liderazgo del presidente Xi Jinping las cosas han cambiado.

Hoy vemos una China con una clara tendencia a la expansión económica, política y hasta territorial a nivel global. El ejemplo de esta expansión territorial lo tenemos en la construcción de las islas artificiales de Spratly y Paracel en el mar de China Meridional, que con el pretexto de “proteger” sus intereses comerciales ya hoy es de nivel militar, lo que ha provocado tensiones en una región de alto valor estratégico que amenaza el frágil balance de poder en el Pacífico asiático.

En este tenor, en ningún lugar del planeta existe un “cuadrilátero” de intereses tan relevante como Asia Pacífico, donde una potencia en franco y constante crecimiento que procura mantener el orden de su región se contrapone con otra potencia que se empeña en mantener su capacidad de predominio en todos los rincones del globo terráqueo.

Es por ello, que este escenario de confrontación podría trasladarse a la región del Caribe, perturbando el balance geoestratégico del hemisferio debido a que si China logra concretar sus planes de construcción de los mega puertos, astilleros navales, aeropuertos y centros de reparación y mantenimiento de aeronaves para hacer del país el “centro de distribución de servicios” más grande de América, por la falta de inversión de los mismos norteamericanos, esto haría rentable la construcción del canal interoceánico de Nicaragua, que permitiría extender el dominio naval chino, tanto comercial como militar, del Pacífico asiático al Atlántico americano.

Con estos acuerdos diplomáticos China estaría en capacidad de cumplir con todos los planes de inversiones que ha prometido para la región, aunque aún no habían podido cumplir, en Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Haití y recientemente El Salvador, lo que podría traer como consecuencia, con la excusa de la “necesidad estratégica”, el establecimiento de un centro de espionaje chino para proteger sus multimillonarias inversiones y manejar información e inteligencia prospectiva para la toma rápida de decisiones, provocando a su vez más tensiones entre los dos gigantes mundiales.

Y para aquellos que puedan pensar que nuestro análisis pudiera ser fantasioso, les invito leer las claras advertencias que hace el prestigioso periódico norteamericano The New York Times del pasado 28 de julio, en las cuales lanza un alerta sobre la base construida por el ejército chino en la Patagonia argentina. Esta estación china fue construida en el más absoluto secreto y en tiempo récord, de acuerdo con el influyente rotativo norteamericano.

De manera que, todo este cuadro podría alterar los planes del presidente estadounidense Donald Trump, quien se ha propuesto firmemente recuperar su área de influencia en América Latina, y como muestra de ello tenemos las constantes visitas de funcionarios del más alto nivel de su gobierno, como la del propio presidente Trump, la del vicepresidente Mike Pence, y la reciente gira a Sudamérica del secretario de Defensa, general Æ James Mattis, el 12 de este mes, la cual abarcó Brasil, Argentina , Chile y Colombia.

Finalmente, nos permitimos recordar que la Casa Blanca ha declarado el año 2018 como el “Año de las Américas”, y que el viaje del Secretario Mattis lo que intenta es acentuar los sólidos lazos en el ámbito de la defensa con los países de la región, por entender que son cruciales para la colaboración, la prosperidad y seguridad del hemisferio occidental, lo que podría hacer que ellos, en este momento inoportuno, vean el establecimiento de relaciones con China Popular en medio de altas tensiones bipolares y una guerra comercial, como una decisión “cocorícamo”.

Rafael Guillermo Guzmán Fermín
fuerzadelta3@gmail.com

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