La Restauración Dominicana

Por: José Gabriel Vásquez

Hoy, 16 de Agosto del 2018, celebramos el 155 aniversario de aquella hazaña restauradora que nos devolvió la dignidad de “Dominicanos” entregada a España por Pedro Santana, anexita y traidor, por un grupo de valientes y audaces dominicanos enarbolados y fieros, como Gregorio Luperón, Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción, Santiago Rodríguez, (quien encabezó el emblemático Grito de Capotillo) y otros muchos más que nunca se rindieron ante el descaro de Santana, sino que se adhirieron y se comprometieron con el legado tan sagrado de independencia de toda potencia extranjera que nos habían dado los grandes y valientes hombres de la Trinitaria en 1844.

La palabra “Restaurar”, según el diccionario de la Real academia Española, es “Reparar, renovar o volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía”, y esto fue lo que lograron, con sangre, fuego y dignidad, los hombres que se atrevieron a interrumpir ese cause de agua traidora que salía del rio de ambiciones tiránicas de Santana, haciéndose creer un “Salvador de la patria”, pero entregándole el alma de la independencia al monstruo español.

Aunque nos liberamos del yugo español en 1863, nuestra nación se ha visto invadida por nuestros vecinos haitianos constantemente, porque todavía habita en ellos la idea de que nuestra isla es “Única e indivisible”, pero a beneficio de ellos, no del nuestro.

Somos “Libres, restaurados e independientes” porque todavía nos llamamos “Dominicanos” y porque todavía se iza nuestro pabellón tricolor en cada asta del país, así como también se cantan las notas del segundo más hermoso himno del mundo, el himno dominicano, cuyas letras sagradas las escribió Emilio Prudón y cuya música y arreglo inmaculado lo hizo el gran músico José Reyes. Sin embargo, nos falta restaurarnos de los gobernantes que han entregado la dignidad económica y financiera del país a la potencia del Fondo Monetario Internacional, tomando prestamos sustanciales, de forma muy irresponsable y muy sospechosa, no para beneficio del pueblo, sino para hacerse millonarios construyendo obras sobre evaluadas, tal como ha sucedido también con el caso de ODEBRECHT.

Necesitamos restaurar nuestros principios educacionales, sociales, morales, cívicos y políticos, emancipándonos de la corrupción instituida y certificada por la impunidad, una justicia amañada y ejecutada por los mismos corruptos y sus payasos vestidos de jueces.

Necesitamos restaurarnos de la tranquila, callada, pero incesante invasión de nuestros vecinos haitianos, de los cuales nos hemos tenido que hacer cargo, involuntariamente, mientras sus gobernantes continúan creando y manteniendo las condiciones de pobrezas para que nos sigan invadiendo.

Necesitamos, sobre todo, restaurar la presencia del amor de Dios y del amor de la Virgen de la Altagracia que nos convirtió en nación independiente con la audacia y el valor de Juan Pablo Duarte, Sánchez y Mella y que hoy hemos cambiado por unas cervezas en un colmandón y miles de asaltos y crímenes de odio, drogas, de género y de malversación de los fondos del estado.

¡Señor de los cielos, RESTAURANOS!

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