Un país es más que una simple definición; un país es la suma de las voluntades para su desarrollo y bienestar. La República Dominicana es uno de ellos, siendo esta pequeña media isla, ha surgido como una potencia de valentía, esfuerzo y sobre todo, dedicación trabajando por sus futuras generaciones.
Nuestra nación es sin lugar a dudas un ejemplo para la región, aunque nos queden muchos capítulos por estudiar y ejecutar como país. Hace unos días, exactamente a mediados de la Semana Santa, escuchaba el sermón de las 7 palabras de nuestra Iglesia Católica, en el que se hacía un llamado a construir una nación alejada de la corrupción y apegada a los valores éticos, la defensa del ser humano y no mirar con odio a los inmigrantes.
Las palabras empleadas fueron más fuertes, como resortes cayeron estas palabras. De inmediato las Redes Sociales se encendieron por dicha posición, la cual desató un gran enfrentamiento entre lo dicho por la Iglesia y la posición de algunos que defienden nuestra nación con una postura de defensa al territorio nacional.
Esta posición me resultó extraña, pues todos tenemos el mismo propósito, como hijos de Juan Pablo Duarte que es el cumplimiento de las leyes, normas y reglas del buen vivir, que nos regulen para el desarrollo de nuestro suelo patrio.
La migración ilegal es parte de un gran descuido inducido por nuestros gobernantes y autoridades legislativas y municipales; esto nos ha venido arrastrando hacia más inseguridad, precariedad en la salud, las aulas no son suficientes, lo cual afecta la educación y el gran problema: el alejamiento de un turismo de calidad, viendo el drama que estamos viviendo como nación subdesarrollada, debemos enfrentar esta problemática y levantarnos juntos, caminar por senderos de ganar-ganar.
La iglesia es una institución de perdón, amor y fe en nuestro señor, por lo que no es difícil trabajar con ella. Los que luchan por el respeto de las normas migratorias, pueden fallar en alguna cuestión de forma, pero en el fondo quieren el bien para nuestra sociedad y las futuras generaciones; por tanto, debemos unirnos como un solo hombre, como creyentes y fieles católicos y que creemos en la patria, debemos hacer posible esa gran unidad nacional, la cual reclama al unísono el respeto de nuestras leyes, normas y reglas establecidas por el Estado dominicano y el rescate de nuestra frontera; que ésta deje de ser mancillada por la irresponsabilidad, la falta de recursos, entre otros males.
Debemos todos enfrentar la trata de personas, la eliminación de trabajo forzoso, la inseguridad y la amenaza al desarrollo nacional, así de esta forma, evitar una lucha étnica que pueda estallar en cualquier momento en nuestro territorio. Somos un pueblo hospitalario que necesita comprenderse más entre nosotros mismos por una patria libre y soberana.
Lic. Carlos Rojas
Abogado.
Secretario de Seguridad del Prsc
