Debido a los altos niveles de material particulado en la atmósfera, las autoridades ambientales de Medellín recomendaron evitar las actividades al aire libre. Este es el riesgo al que se exponen quienes no acaten esa advertencia.
Medellín volvió a entrar en una fase crítica de contaminación atmosférica. La situación es de tal gravedad que las autoridades decretaron el estado de alerta y les recomendaron a los habitantes que se abstengan de realizar actividades al aire libre. En otras palabras, la calidad del aire está tan deteriorada que el simple hecho de respirar en esa ciudad puede llegar a ser riesgoso para la salud.
La contaminación en la capital paisa proviene de la combustión de la gasolina y el ACPM que mueven a los vehículos y a las industrias. Este proceso químico libera grandes cantidades de material particulado a la atmósfera. En condiciones metereológicas de poca radiación y baja nubosidad como las actuales, estos elementos no se dispersan sino que quedan suspendidos muy cerca de la superficie, donde son aspirados por los tres millones de personas que habitan ese estrecho valle de menos de siete kilómetros de ancho.
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Estas partículas son tan diminutas que la nariz no las alcanza a filtrar y pasan directamente a los sistemas respiratorio y sanguíneo. Una vez allí, estos agentes extraños se convierten en la causa de múltiples enfermedades intestinales, respiratorias, cardiovasculares y distintos tipos de cáncer. Incluso, en muchos casos pueden conducir a la muerte de las personas que se exponen a estos ambientes por periodos prolongados.
Así lo confirma un estudio publicado el año pasado por el Departamento Nacional de Planeación, que muestra que hay una relación directa entre contaminación del aire urbano y aparición de síntomas respiratorios y bronquitis crónica en personas mayores de 44 años, así como enfermedades de las vías respiratorias en menores de cinco años. También tiene que ver con la mortalidad por cáncer de pulmón, enfermedad cardiopulmonar y con todas las causas de muerte en menores de cinco años.
Para el caso concreto del Valle de Aburrá, el informe contiene una cifra preocupante: el 12,3 por ciento de las muertes no violentas que se presentan cada año en la ciudad se pueden atribuir a la contaminación del aire. Así, de las 17.113 defunciones por causas no violentas que se registraron en 2016, 2.105 estuvieron relacionadas con esta situación. Además del drama humano que está detrás, esto representó un costo de $2,8 billones de pesos para el sistema de salud, una cifra equivalente al 5 por ciento del PIB del área.