¿Por qué nos beneficia expresar las emociones?

Cuando aprendemos a expresar las emociones en el momento adecuado nos ayudará a evitar salidas de tono y esas explosiones de mal humor que se producen por reprimir lo que sentimos

¿Alguna vez has sufrido ansiedad? ¿Has explotado en alguna ocasión? Estos son tan solo dos ejemplos de lo que ocurre cuando, en vez de expresar las emociones, nos forzamos en reprimirlas.

Las emociones que tenemos todos los seres humanos no están ahí porque sí, sino que tienen una serie de funciones específicas: comunicar, regular el comportamiento propio y ajeno y mejorar nuestra interacción con los demás.

Sin embargo, a pesar de que, cuando crecemos, estas funciones están claras y las llevamos a cabo, a medida que avanzamos en edad, determinadas creencias van haciendo mella en todo esto.

De repente, comprendemos que llorar en público debería darnos vergüenza, que es mejor no expresar lo que sentimos porque podemos hacer que alguien se sienta mal y que manifestar nuestras emociones puede provocar que los demás no nos aprueben.

No obstante, todo esto solo provoca que nos sintamos limitados, que nuestras reacciones sean descontroladas y que las emociones se nos vayan de las manos.

Por lo tanto, si optamos por expresar nuestras emociones, ¿qué ganamos?

1. Prevenimos y solucionamos conflictos

¿Recuerdas cuándo hablábamos de explotar? Esa situación concreta en la que ya no podemos aguantar más y toda una vorágine de emociones sale en tropel sin control alguno.

Todas esas emociones que han estado guardadas, silenciadas y reprimidas terminan saliendo y causando un mal mayor. Porque lo que creíamos que estábamos previniendo en un principio, genera un conflicto difícil de resolver en otra circunstancia.

Pongamos un ejemplo sencillo. Juan está harto de que su familia y sus amigos sean incoherentes.

No soporta que digan una cosa y, después, hagan otra. Sin embargo, nunca ha manifestado verbalmente esto. Tan solo frunce el ceño, se calla y silencia lo que siente.

Sin embargo, un día, en un debate sobre determinado tema con sus amigos, Juan explota ante una clara muestra de incoherencia por parte de uno de ellos. Sus amigos se quedan boquiabiertos.

Juan enrojece, tiembla de rabia y se desahoga.

Para sus amigos, esta reacción es desproporcionada. Muchos dejarán de hablarle, otros se enemistarán y otros tanto creerán que está loco. Lo que desconocen es que Juan no sabía expresar sus emociones, sino reprimirlas hasta que no podía más.

Es importante que no nos comportemos como Juan. No es necesario ir acumulando emociones hasta explotar.

Expresar las emociones en su momento preciso, con educación y respeto, nos ayudará a evitar ese momento de descontrol en el que ya no podemos más.

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